Un pequeño pueblo que sueña a lo grande

El arraigo que siente el municipio de Anguiano por su equipo es total. Llueva o nieve, haga frío o calor, el campo de Isla ha sabido convertirse en el escenario predilecto del fútbol local inyectando en vena el amor por el deporte a sus vecinos; entre los que se encuentra Domingo. Este serrano de cuna, que durante cuarenta años fue el cartero del pueblo, ha vivido intensamente cada partido que ha jugado su Anguiano detrás de la valla. Incluso, después de sufrir una enfermedad que le ha dejado postrado en una silla de ruedas. «No me he perdido ningún partido desde que empezó el proyecto; yo me pongo siempre en la portería contraria para poder cantar a pleno pulmón los goles de mi equipo», explica con emoción el aficionado mientras besa el escudo del Anguiano. Junto a él, su inseparable compañero, Eduardo, es el encargado de recogerle en la residencia de ancianos para bajar al campo de fútbol cada domingo que hay partido. «Hay muchas tardes de frío que me quedaría muy cómodo en el sofá, pero todo hace merecer la pena al ver la cara de ilusión de Domingo mientras disfruta del fútbol; estoy muy satisfecho de poder ayudarle», asegura.

Los rostros de Domingo y Eduardo son un fijo en cada partido que el Anguiano juega en casa, al igual que los de María y Marta. Estas dos jóvenes serranas conciben los días de partido como una jornada festiva en la que poder juntarse con amigos y familia: «Nosotras vivimos todo el año en Anguiano, pero mucha gente que vive en Logroño solo sube al pueblo ocasionalmente para ver los partidos, por lo que son días muy especiales para todos».

Pero la afición del Anguiano no solo ha seguido a su club en los encuentros que ha tenido en casa, ya que también ha llegado a coger aviones para alentarle allá donde vaya. Domingo recuerda haber pasado por el aeropuerto «dos veces» aunque la realidad es que el conjunto serrano ha disputado once fases de ascenso en sus treinta años de vida como entidad.

El Anguiano se ha enfrentado a equipos de la talla del Deportivo de La Coruña B, el Balonpédica Linense, el Castillo, el Portugalete o la Olímpica de Xátiva, entre otros. Borja, seguidor del Anguiano desde nacimiento además de fotógrafo y encargado de las redes sociales del club, rememora con añoranza algunos de esos encuentros. «Hemos pasado por campos como Riazor o el Benito Villamarín viviendo de primera mano unas experiencias increíbles gracias al fútbol».

Este mismo sentimiento también ha recalado en el despacho de la alcaldía desde donde Gemma López explica que «para un pueblo tan pequeño, es una maravilla ver el nombre de Anguiano a nivel nacional». Los seguidores de la fase de ascenso a Segunda Federación no solo verán jugar al equipo del municipio riojano sino que, a través de su equipación, también podrán conocer las tradiciones y señas de identidad que lo definen como pueblo. Tal y como describe la alcaldesa, en la camiseta del club «se puede ver representado lo más relevante de Anguiano», entre lo que se encuentra «la silueta del danzador, el empedrado típico de la cuesta, los colores de las franjas de sus chalecos y la marca de calidad de la Alubia de Anguiano».

Tan solo falta unas horas para que el Anguiano viaje hasta Zizur Mayor para disputar su primer partido de la final contra el Ardoi. La emoción ya ha empezado a impregnar las calles de un pueblo que, pase lo que pase, está orgulloso del trabajo de sus chicos. Como explica Borja, «todo puede pasar en dos partidos» y el conjunto serrano está preparado para luchar hasta el final con el objetivo de poder escribir su nombre en la lista de equipos de Segunda Federación.