Un descuido defensivo condena al Náxara

Estaba la afición local con muchas dudas sobre cómo se iba a desarrollar el choque con uno de los rivales para disputar la fase de ascenso, debido a que la factura pagada en la visita a Pradejón, en forma de sanciones, no animaba al optimismo. Sin embargo, a lo largo de los 90 minutos los de Roberto Ochoa, ayer en la grada por su expulsión el domingo anterior, dieron una lección de pundonor y plantaron cara a su rival.

El partido comenzó en un tono de igualdad en el juego, pero con unas primeras llegadas de los de Logroño a la meta de Heras con cierto peligro. Poco a poco los de Nájera fueron revirtiendo la situación y pasaron a ser ellos los que llegaban al área rival con relativo peligro. Parecía como si los locales se hubieran ido convenciendo de sus posibilidades y buscaban la victoria.

Al descanso se llegó con un empate a cero que hacía justicia a lo vivido sobre el césped. Las alternativas habían sido continuas y tanto unos como otros habían buscado el gol, aunque en honor a la verdad ninguno de los acercamientos al área rival había generado un peligro de ese que hace exclamar a la grada.

De vuelta de los vestuarios, los najerinos salieron a por todas y en los primeros minutos Eloy obligó a De Prados a realizar una gran estirada para evitar el gol y poco después Rojo estrelló el cuero en el larguero. Sin embargo, ese volcarse tal vez fue el culpable de que en una contra los blanquiazules dejasen descuidado el lado derecho de su defensa, donde Imanol recibió un balón solo, se fue hacia portería y batió a Heras de tiro cruzado.

Los siguientes minutos fueron de los blanquirrojos, que aprovecharon el estado de cierto aturdimiento en el que habían quedado los locales, para tratar de abrir una brecha mayor en el marcador y dejar sentenciado el choque. Primero no supieron aprovechar un barullo en el área najerina y más tarde Heras se ocupó de realizar una gran intervención para evitar el gol de Gabri.

Como no lo lograron, los locales se fueron reponiendo para tratar de cercar a su rival en el área y conseguir, por lo menos, la igualada. Sacando fuerzas de flaqueza, ya que el esfuerzo físico estaba siendo encomiable, intentaban equilibrar el marcador. Miguel realizó un disparo que se fue ligeramente alto, y en el último suspiro, Orodea realizó un remate de cabeza que se fue casi lamiendo el poste. Ahí se acabó todo.