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El encuentro vivido ayer en El Soto no se enseñará en las escuelas de fútbol ni hará que nadie se aficione al fútbol. Ni falta que hace. La tensión por conseguir los tres puntos y una actuación arbitral sin carácter convirtieron el partido en un ... vodevil de la peor calidad. Sin ritmo, sin gracia y demasiado largo.
Lo bueno, dirá cada equipo, fue el resultado. Un empate que contenta al Yagüe que salió con un magro botín, pero botín al fin y al cabo, y hace que el Casalarreina sume un punto después de demasiados partidos sin recompensa. Pero el caso es que bueno hubo poco.
CASALARREINA
Prada; Pablo, Sasha (Joni m 64), Rubén, Pani, Yaron, Mario (Diego m. 84), Kewin, Alberto, Saul, Chacho (Ander m. 89).
1
-
1
YAGÜE
Christian; Movellan, Omar, Borja, Mario, Llorente, Jair (David m. 89), Hugo, Martinez (Thiam m. 44), Murias, Miguel Angel (Alvaro m.65).
goles: 0-1. min 12. Murias; 1-1 min. 46. Alberto (p)
árbitro: Erick Moro con la asistencia de González y Lázaro. Amonestó a Yaron, Rubén, Pani (roja directa), Saúl (doble amarilla) y Pablo del Casalarreina y a Murias, Diego, Hugo (doble amarilla), Borja (Roja directa), Mario, Llorente y Omar.
Cuatro expulsiones, doce tarjetas amarillas, dos lesionados y una grada enfadada es el largo historial de víctimas de una batalla que por momentos tuvo aires épicos. El Casalarreina sabe que en su campo, pequeño y rodeado de árboles se puede hacer grande. Y a veces lo consigue. De hecho, cuando el partido estaba en el peor sitio, con un gol en contra y con un jugador menos, el equipo amarillo sacó lo que más tiene: carácter. No se arrugó y desquició al rival haciéndole olvidar que lo que quería era jugar al fútbol.
En ese momento arrancó varias ocasiones que puso el susto en el cuerpo al Yagüe pero el gol no llegó como fruto de ese asedio sino en la primera jugada del segundo tiempo en un penalti que fue porque el árbitro lo pitó.
Cuando el Yagüe intentaba salir de la maraña ya habitual de El Soto, el árbitro no supo sujetar el ímpetu ni las argucias de unos y otros y todo acabó como el rosario de la aurora.
El partido se convirtió entonces una batalla donde lo menos importante era el fútbol. Tanto que incluso se apuntó a la fiesta un perro que tan rápido como salió a escena, se esfumó. El árbitro lo vio pero no paró el encuentro y en esa jugada de ataque del Casalarreina llegó un posible penalti no pitado y una nueva expulsión. Daba la impresión que todo lo que podía salir mal en ese partido saldría mal.
Al final, ninguno soluciona su papeleta pero tampoco la empeora a pesar de las bajas, físicas y deportivas.
El Yagüe sabe que debe hacer algo más pero la dinámica no es mala y espera sacar algo psotivo de su próximo pa rtido en casa.
El Casalarreina va a necesitar algo más que pundonor y presión si quiere salvar la categoría. Ayer, el árbitro le perjudicó, como lo hizo con todo el mundo que estuviera cerca del campo riojalteño¡, pero no siempre la culpa es del empedrado. Quizás, el juego desplegado ante el Haro pueda ser un buen espejo.
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