Ángel de Vicente, el padre del fútbol cigüeño

Hay personas que llegan a este mundo con el objetivo de convertirlo en un lugar mejor. Sin mirar el beneficio propio, sin perder el foco en el porvenir colectivo. Lardero y su fútbol tuvieron la enorme suerte de poder crecer de la mano de una de ellas. Y es que Ángel de Vicente, o don Ángel tal y como le conocen los cigüeños, dedicó su vida a la promoción del deporte en la localidad con la fundación del San Marcial, aupando a cientos de jóvenes dentro de los terrenos de juego durante décadas. Ahora, esos niños que ya son padres e, incluso abuelos, lloran su pérdida alabando la figura de un hombre cuyo legado será eterno.

Ángel de Vicente llegó a Lardero en el año 1959 tras su paso por un pequeño pueblo de Soria nada más ordenarse sacerdote a los 24 años. Rápidamente, empezó a compaginar sus labores eclesiásticas con su gran pasión, el fútbol, junto a Los Tinos. Este equipo, que jugaba en el antiguo patio del colegio del municipio, sirvió de germen de lo que años más tarde sería el San Marcial. «Recuerdo ver a don Ángel jugando con la sotana puesta durante un partido, era algo increíble», rememora entre risas el expresidente del San Marcial y amigo de don Ángel, Francisco Vallejo.

Pese a que llegó a vestirse de corto en alguna ocasión, Ángel de Vicente estaba más próximo a los despachos que jugar a fútbol. Y es que el párroco fue una parte indispensable en la fundación del San Marcial, un club que buscaba aglutinar a los niños y jóvenes de Lardero gracias al fútbol. Fue su fundador pero también ocupó los cargos de presidente y entrenador durante años convirtiéndose, en palabras de Francisco Vallejo, en «el alma del equipo».

Don Ángel no era un presidente cualquiera. Era mucho más que eso. «Lo mismo te llevaba a los niños a los partidos en su coche que se ponía a segar el césped del campo», asegura el que hasta hace unos días era el presidente del club cigüeño, Santiago García.

Su recuerdo sigue intacto en la mente de los que tuvieron la suerte de conocerlo. Su gorro con orejeras, sus gafas grandes de pasta y su clásico grito animando al ataque sea quien fuera el que tuviera el balón. «A Don Ángel le daba igual que fuera un saque de puerta o un defensa el que se hiciera con la posesión, siempre te chillaba para que fueras hacia gol», relata el actual miembro de la directiva del San Marcial, Sergio Vallejo.

La relación de este cigüeño con el párroco traspasó las puertas de los vestuarios. Y es que, tal y como relata Sergio, Ángel de Vicente no solo le bautizó y le dio la comunión sino que también le casó. «Él ya estaba destinado en Calahorra pero le llamé para que oficiara mi boda y se quedó hasta el convite; este tipo de detalles eran los que le definían como persona», añade el directivo del club de Lardero.

En una entrevista en este medio de comunicación hace 17 años, don Ángel hablaba de Lardero como «el mejor lugar de La Rioja» y para él lo fue hasta su muerte. Impartió sus homilías en su iglesia, levantó los cimientos del campo que ahora lleva su nombre e instruyó a muchos de sus habitantes como profesor en La Laboral, creando un vínculo irrompible dentro de la localidad. «Ha sido un hombre muy querido en el pueblo por lo bien que se ha portado con la gente porque nos ha dado una de las cosas más preciadas que Lardero tiene en la actualidad, nuestro club de fútbol», concluye Sergio.

Ángel de Vicente falleció a los 92 años el pasado viernes dejando un hueco irremplazable en los corazones de todos esos cigüeños que, semana tras semana, acudirán a su campo para cantar un «a gol» al cielo.

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