Alfaro-UD Logroñés B: una celebración íntima entre las lágrimas sin consuelo

Aunque no pudo vivir el final que había soñado, la afición alfareña llenó La Molineta hasta agotar las entradas. Y lo hizo imprimiendo un aire de fiesta, de los de las grandes ocasiones.

Ante la normativa y recomendaciones frente al COVID-19, el club, con la colaboración del Ayuntamiento, dispuso sillas en el lado frente a la grada. Esta quedaba para los colores y cánticos blanquinegros, mientras que el flanco derecho del lateral se reservó para el medio centenar de logroñeses presentes.

Con ese ambiente de gala, el silencio fue escrupuloso en el minuto de silencio dedicado a Samuel Calvo Jiménez, fallecido el viernes a los 80 años y quien escribiera durante lustros las crónicas del Alfaro desde estas páginas.

Tras el aplauso en su recuerdo, la grada alfareña vibró como en los buenos tiempos comandada por un incansable Frente Reincidente. El partido fue una montaña rusa anímica, no apto para cardiacos. Pero la afición local estuvo en todo momento empujando a los suyos. También tras superar la impotencia por el gol teñida de rabia y enfado porque se dio en el quinto minuto de la segunda parte de la prórroga.

Mientras los suyos celebraban, Josean García manifestaba a este periódico que el ascenso es «un premio al trabajo de la cantera». «Ha sido un partido duro, intenso. Tras el empate, hemos vuelto a ser nosotros mismos. El Alfaro estaba haciendo una mejor prórroga que nosotros, pero hemos ido con todo a por el gol que nos da el pase y nos hace felices», analizó Josean, que valoró la aportación de los jugadores del División de Honor al equipo.