«Si sigo entrenando, será en Japón o fuera de España»
'Gente con carácter' ·
El exjugador del Logroñés analiza su trayectoria, explica por qué dejó España y revela sus intenciones aunque está en edad de jubilarseSecciones
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'Gente con carácter' ·
El exjugador del Logroñés analiza su trayectoria, explica por qué dejó España y revela sus intenciones aunque está en edad de jubilarseMiguel Ángel Lotina (Meñaca, 1957) disfruta de unos meses en casa, entre Bilbao y Logroño. Y en casa espera para decidir su futuro. Lleva ocho años recorriendo el mundo futbolístico, desde Chipre hasta Japón, pasando por Catar. El país nipón es ahora se otra ... casa. Acumula cinco años allí, desde el 2017. Se fue del fútbol español para poner tierra de por medio tras unos malos resultados en equipos con nombre, caso de Real Sociedad, Deportivo o Villarreal. Ahora bien, sus más de cuatrocientos partidos en la élite albergan buenos, muy buenos, recuerdos. Todo comenzó en el Logroñés. Primero como jugador, en el año 1978; después como entrenador en Primera, en 1996. Tiempos lejanos. Su presente no contempla volver a entrenar en España.
–¿Siempre quiso jugar y vivir del fútbol?
–Nunca pensé que el fútbol me iba dar tanto. Ni siquiera que sería profesional. Era un crío de pueblo, que jugaba con sus amigos, y que tenía a sus ídolos en el Athletic. El fútbol era un sueño y también mi pasión, siempre ha sido mi pasión.
–¿Con 65 años, tiene retos por delante o ha llegado el momento de decir basta?
–El problema es la pasión. Cuando uno tiene pasión es muy difícil dejar lo que haces. Y no hablo solo de fútbol, sino de cualquier profesión en la que existe pasión. Yo tengo verdadera pasión por el fútbol y creo que puedo ser mejor entrenador. Ha llegado mucha gente joven con fuerza que nos ha obligado a reciclarnos y a ponernos las pilas. La pasión sigue viva dentro de mí. Sigo viendo fútbol de cualquier país y analizando cómo juegan los equipos y por qué hacen esto o aquello. Lo llevo en la sangre y es complicado dejarlo.
–¿Por qué dio el paso de jugador a entrenador?
–Cuando eres futbolista te puedes esconder porque eres uno más en el equipo. Como entrenador te sientes responsable de todo lo que pasa. Quería ser entrenador porque pensaba que había mucho margen de mejora. Cuando me retiré hubo una evolución de entrenadores con la llegada de Caparrós, Juande Ramos, Manzano, Mané, el propio Luis Aragonés,… Luego todo ha evolucionado mucho más, sobre todo con la llegada de Guardiola. Quienes ahora tenemos en torno a los 65 años dimos un paso adelante en aquel momento para que el fútbol mejorase. Entonces corríamos para estar bien físicamente y jugábamos un partidillo. Entrenar por entrenar, pero no se marcaba estrategia, no había estudio del rival,...
–¿Tiene un entrenador de cabecera?
–A todos les debo algo, como jugador y como asistente. Estuve con Carlos Aimar, con Nano Ramos, con Romero, Vidal,… veía entrenar a Irureta. De quien más aprendí fue de Aimar, de la defensa zonal. El jugaba con un 4-4-2 y yo fui de los primeros que lleve la defensa zonal a tres jugadores. En España ha habido y hay muy buenos entrenadores. Me encanta ver al Athletic de Valverde, al Villarreal de Emery, al Atlético de Simeone,… Tiene mucho mérito estar diez años a ese nivel. Ahora bien, el entrenador que más ha evolucionado el fútbol es Guardiola. No voy a decir que es el mejor, porque cada uno tiene sus gustos.
–Ha logrado diferentes e importantes ascensos, pero se la asocia a descensos de equipos importantes. ¿Por qué?
–He tenido picos. No estoy para sacar pecho por lo hecho ni para llorar por los fracasos que he vivido. Están ahí y ya está. He dirigido más de cuatrocientos partidos a equipos de zona media, he jugado la UEFA en tres ocasiones, la Liga de Campeones en una, he ganado la Copa del Rey con el Espanyol,… No es fácil. Pero también he participado en muchos descensos y hay que aceptarlo. Cuando me ficharon en Japón me presentaron como a un entrenador que había tenido éxitos y también fracasos. El presidente del club dijo que querían un técnico no solo de éxitos o fracasos, sino de éxitos y fracasos. Para mí, aquellas palabras fueron un subidón.
–Después de su etapa en el Villarreal decide emigrar. ¿Para olvidar?
–Yo aguanto bien la presión, sé lo que es el fútbol, pero a la familia le cuesta más. En otros países se vive de diferente manera y la prensa también es diferente. Yo tengo la impresión de que aquí, el 95% es opinión y el 5% de información y en los países que estamos hablando es al revés. Hay mucha menos presión.
–E inicia un largo periplo internacional que dura hasta hoy. Ocho años.
–En Chipre estuve treinta días. El club tenía unos problemas económicos enormes que yo desconocía. Cuando lo vi llegamos a un acuerdo. Catar fue mejor, pero su gran problema es que no hay pasión por el fútbol local, sino el internacional. No hay gente en los estadios. Aun así, fue una buena etapa en la que ascendimos a Primera. Hay muy buena gente, pero es todo dinero. El fútbol carece de pasión. Sin embargo, en Japón todo es pasión. Y su afición es diferente, ya que no ven fútbol por televisión sino en el estadio. Tampoco ven fútbol europeo, por la diferencia horaria. El fútbol es un espectáculo en el que pasas el día con la familia. Antes del COVID, Japón era el séptimo país del mundo con más asistencia a los estadios. España era el tercero, con 26.000 espectadores de media; Japón alcanzaba los 20.000 sin olvidar que es una liga joven. Los japoneses son muy deportistas. El primer deporte es el beisbol, aunque el fútbol crece rápidamente. Ellos parten siempre desde el respeto y en el campo se nota la falta de competitividad. En estos seis años en Japón no te tenido una lesión por un choque entre dos compañeros. Por eso, quieren venir a Europa, para ser más competitivos. Solo el portero de la selección juega en Japón; el resto, en Europa, ganando menos dinero que en Arabia. Yo he intentado fichar a jugadores japoneses pagándoles más y lo rechazan porque para ellos la mejora es más importante que el dinero.
–¿Cómo es su día a día en Japón?
–En Catar me fue mejor porque me defendía en inglés. En Japón necesitas un traductor continuamente, aunque en ocasiones necesitas más de uno porque hay jugadores que no son japoneses. El día a día es diferente. Nosotros entrenábamos a las nueve y media. Yo llegaba a la ciudad deportiva a las siete de la mañana. Diez o quince minutos después ya veías a cinco o seis jugadores en el campo y una hora después estaban prácticamente todos. ¡Hora y media antes! Después de entrenar, comíamos juntos y se quedaban en la ciudad deportiva. Viven para el fútbol. Entrenar hora y media no es suficiente para ellos.
–Hábleme de Andrés Iniesta.
–Es un tío excepcional. Un diez. Se cuida mucho y está muy considerado. Si el equipo tiene el balón, marca diferencias filtrando un balón por donde solo él lo ve. Perdimos dos jugadores de posesión y de saber qué hacer y pasamos de ser un equipo de tener el balón a carecer de él, un equipo de ida y vuelta. Ahí sufre más, pero si juega en un equipo que tiene el balón te la lía cerca del área. Andrés está disfrutando. Me pasó lo mismo con Raúl, en Catar, aunque no le entrené. Disfrutaba del fútbol de otra manera.
–¿Le gustaría volver a entrenar en España?
–No, no me veo en España. Prefiero seguir fuera y si vuelvo a entrenar será en Japón y en otros países. Muchas veces hablamos de ofertas, pero hay que diferenciar. Una cosa es que te llamen para mostrar interés y para preguntarte si quieres ir a Corea o a China. Eso no es una oferta, es una opción. Si ahora llegase una oferta de Japón me lo pensaría
–¿Cuál es el mejor recuerdo que le dejan estos primeros 65 años de fútbol?
–Como jugador, el partido de Copa contra el Real Madrid. Perdimos 2-3, pero marque los dos goles en Las Gaunas, que estaba llena. Y por supuesto, los dos ascensos, a Segunda y a Primera. Como entrenador y a pesar de que me recuerdan el triunfo en Copa con el Espanyol, disfrute muchos de los ascensos con el Numancia y con Osasuna. Y también la clasificación para la Liga de Campeones con el Celta.
–Quiere seguir entrenado. ¿Le queda algún sueño por cumplir o alguna espina que sacar?
–Quiero ser mejor entrenador y creo que tengo margen de mejora. El fútbol evoluciona día a día y cada vez que veo un partido veo cosas nuevas y me preguntó el porqué y las razones de ese planteamiento.
– ¿Sería capaz de despedirse en japonés
–No, no. No tengo buen oído. Fui a Japón con la idea de estar dos años y me dijeron que no me liase con el idioma, pero he estado seis años. Sayonara y poco más.
Miguel Ángel Lotina es uno de los nombres propios del fútbol logroñés y del Logroñés. Marcó una época que ve desaparecida por completo, pero sobre todo no es capaz de dar una solución a la actual.
–En 1978 firma por el Logroñés. ¿Cómo surgió?
–El Gernika estaba en el mismo grupo de Tercera que el Logroñés. Luis Aloy, que era el entrenador de Logroñés, mandó a Fernando Arnedillo a ver a Primi, que jugaba en el Gernika. Y Arnedillo le dijo a Aloy, que el 11, Lotina, tenía más gol. Todo surgió ahí. El Logroñés ascendió a Segunda B ese año y me fichó. Llegué a un equipo profesional, que entrenaba por la mañana… También me quería fichar el Barakaldo, que estaba en Segunda, pero el Gernika prefería que viniera al Logroñés, porque tenía que pagar traspaso y el Barakaldo no. Para mí fue un golpe muy duro .
–¿Cómo recuerda aquellos años?
–Yo fui importante en Segunda B y Segunda A. Siempre digo que fui un muy buen jugador de Segunda B, buen jugador de Segunda y un mal jugador de Primera. En Primera no llegué a jugar con el Logroñés y con el Castellón disputé veinte partidos. No me daba. Fueron años muy bonitos, sobre todo por los ascensos.
–¿Le dolió no jugar en Primera con el Logroñés?
–Sí. Mi relación con Chuchi Aranguren… Si volviera a repetirse ahora sería distinta porque ahora entiendo a los entrenadores. Cuando eres jugador te cuesta más. Ahora están mejor educados. Mi comportamiento cuando no jugaba podía haber sido mejor. Nunca me he sentido satisfecho de aquello. Pienso que pude tener una mejor relación con Aranguren, que fue quien nos ascendió a Primera. La última vez que le vi fue en Ezcaray y hablamos de todo.
–¿Qué ve en el fútbol de Logroño?
–División, como todo el mundo. Me encuentro con gente de la Unión, de la Sociedad y también gente que no va al campo porque hay dos y quieren que haya uno. Por el bien del fútbol de Logroño lo ideal sería que hubiera uno que represente a toda la ciudad. No sé cuál es la solución. Quizá cuando uno suba al fútbol profesional y se asiente el otro se puede ir diluyendo. La Unión está dando un paso muy importante con la ciudad deportiva y la residencia, pero se tiene que ver en la Liga. Un equipo en Primera o Segunda es un enorme beneficio para la ciudad y para sus chavales, para que dejen de irse a otras ciudades.
–Dirigió al Logroñés en 1996 y fue destituido en octubre. ¿Qué aprendió en esos tres meses?
–Muchas cosas. Ser empresario es una cosa y llevar un equipo de fútbol, otra. Había tremendos empresarios en aquella junta directiva, pero el fútbol es diferente. Nunca me atrevería a crear una constructora o una bodega porque no sé, pero un bodeguero o un constructor llega al fútbol y al día siguiente sabe más que el profesional. Saben porque jugaban de pequeños, iban al campo, etc. Como decía Clemente, las vacas de Lezama ven fútbol todos los días pero no saben de fútbol. Ese fue el gran problema que tuvo el Logroñés, que no supieron llevarlo adelante.
–Una degradación rápida que culminó en esos dos descensos del año 2000.
–En el fútbol están pasando cosas y lo deben tener en cuenta los dos 'logroñeses'. Aquí estamos acostumbrados al escudo, pero la gente que viene de fuera y llega al fútbol para invertir está cambiando ese pensamiento. Yo compro el club y doy un espectáculo, pero lo del escudo y la historia se irá diluyendo, aunque en España estemos cerrados a ello aún.
Dígame un once ideal
- Casado, Pita, Eraso, Guembe, Noly, Paco Sanz, Chechu, Gabino, Mendilibar, Rus,… Hablo de gente de mi época, pero el Logroñés ha disfrutado de grandes jugadores. Y lejos de aquí, he tenido la suerte de entrenar a grandes jugadores. De la Peña, Filipe Luis, Iniesta, Valerón, Javi Moreno, Tamudo, Pochettino, Giovanella, Mostovoi,… Buenísimos futbolistas. Y más allá de nombres, el momento. Filipe Luis era suplente cuando llegué al Deportivo; a Javi Moreno no le querían en el Alavés; De la Peña nunca había sido internacional y lo fue conmigo; Valerón acababa de salir de una lesión de dos años,… Y jugadores que no han estado en la élite pero han sido grandes en sus respectivas categorías.
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