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Hay victorias que debilitan y derrotas que fortalecen el espíritu. A España le faltó un palmo para ganar la segunda edición de la Liga de Naciones, pero regresa a casa con un botín para nada despreciable: la convicción de que el rumbo adoptado es el ... adecuado. Confrontada con dos de los combinados más potentes del planeta en un torneo vibrante, la selección ha demostrado que está capacitada para pelear de igual a igual con cualquiera. Puede imponerse con grandeza, como hiciera ante Italia, o sucumbir con enorme entereza y dignidad frente a una Francia que solo la superó en pegada, pero siempre da la cara y está forjando un bloque que se encuentra en disposición de volver a lo más alto, a poco que la suerte le acompañe.
«Da igual contra quién juguemos, que España hace su partido. Uno podrá valorar si jugamos mejor o peor, pero nadie podrá decir que no salimos a jugar de la misma manera en todos los campos y ante todos los rivales», ensalzó Luis Enrique, con la polémica por el decisivo gol de Kylian Mbappé en la final corriendo como la pólvora.
El técnico asturiano no quiso entrar al trapo porque lo que convenía era poner el foco en el carácter que expuso el combinado nacional en un campeonato que lo ha relanzado cuando volvía a estar cuestionado por las dificultades en la fase de clasificación para el Mundial de Catar a que le ha abocado la derrota frente a Suecia fuera de casa y la crítica había puesto de nuevo en el disparadero al seleccionador por una convocatoria, como es habitual, controvertida. «Hemos ganado a los campeones de Europa y hemos plantado cara a los campeones del mundo. Voy a tener muchos problemas para hacer la siguiente lista», destacó el gijonés.
Esa ha sido una de las grandes conclusiones que ha arrojado esta competición en auge. Luis Enrique cuenta con un vivero fértil que está manejando con sapiencia. Casi todas sus apuestas, osadas en su mayor parte, están funcionando. Unai Simón se ha asentado bajo palos y en él puede tener la selección un portero de mucho recorrido. Laporte se ha convertido en el jefe de la defensa, aunque todavía no tiene un socio fijo. Pau Torres cuenta con un punto más de madurez que Eric García, pero Luis Enrique tiene depositada una fe ciega en el catalán. Azpilicueta y Marcos Alonso aportan experiencia y calidad en los laterales, donde hay relevos de garantías con Jordi Alba, José Luis Gayà, Jesús Navas o Dani Carvajal, si a este último le respetan por fin las lesiones.
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En el centro emerge la figura de Gavi, el gran descubrimiento de esta 'final four' de la Liga de Naciones y uno de los pilares del futuro, a la vez que ya del presente, de La Roja junto a Pedri si sigue evolucionando como hasta ahora. Busquets, designado mejor futbolista de la fase final, aún tiene cuerda y Koke y Rodri son dos opciones de plenas garantías.
Y en la delantera Luis Enrique dispone de mucha polivalencia con Ferran Torres, Oyarzabal, Sarabia. Dani Olmo o Yéremy Pino, otro joven que ha derribado la puerta a base de descaro y talento. Convendría tener un nueve de referencia en determinados partidos, pero ninguna de las alternativas que ha empleado el seleccionador termina de despuntar en ese papel y lo cierto es que no le está yendo mal con su cooperativa goleadora porque los señalados anteriormente tienen mucha llegada.
Por encima de ello, en cualquier caso, prima un estilo innegociable. Esta España no es la del 'tiki-taka', aunque sigue tratando a la pelota de modo vivificante. Luis Enrique es impermeable a las influencias y solo atiende a sus principios. Pueden no gustar sus formas en determinadas situaciones que podría esquivar con un poco más de cintura, pero la unión del bloque no muestra fisuras. Se ha ganado el respeto del grupo porque va de frente y distribuye galones en función de partidos y entrenamientos.
Además se ha rodeado de una cohorte de futbolistas jóvenes pero para nada bisoños. Eso es un gran activo porque el camino emprendido por la selección tiene un horizonte a largo plazo del que no la debe distraer el ruido que pueda generar un traspié puntual.
Con todo, no hay que echar las campanas al vuelo. La senda hacia Catar sigue teniendo baches y el riesgo de una repesca es considerable. España ha ofrecido su mejor versión contra grandes selecciones como Francia, Italia, Alemania o Croacia, pero se ha llevado trasquilones por parte de combinados más débiles como Suecia o Polonia que han elevado la exigencia en citas de enjundia. Esos patinazos inopinados son el lunar de una selección que madura con buen talle.
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