Las decisiones de Benítez encorsetan al Real Madrid

El equipo blanco se aferra al control estéril del balón, con Casemiro como estrella en la destrucción, y se olvida del contraataque

JAVIER VARELA

Martes, 6 de octubre 2015, 00:54

El Real Madrid de Rafa Benítez está en construcción y por el momento, aunque no pierde, no enamora. Sólo ha disputado nueve partidos oficiales (siete de Liga y dos de Champions), pero los jugadores del equipo madridista ya se han empapado de dos palabras clave: ... equipo y equilibrio. En el derbi capitalino -su primer partido ante un rival de su nivel competitivo- el conjunto blanco mostró que ambos conceptos no se negocian y, en el partido más ramplón en el aspecto ofensivo de la campaña, la táctica maniató al fútbol.

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El técnico madrileño parece haber puesto un corsé a sus jugadores del que son incapaces de soltarse. Los futbolistas evidenciaron en el Calderón que estaban más pendientes del orden -lo han trabajado mucho porque su estratega considera que es importantísimo- que de buscar la portería contraria.

Benítez lo dejó claro en el once inicial con la entrada de Casemiro en el centro del campo, con el objetivo de mantener un equilibrio que terminó por maniatar a su equipo. El ex del Oporto se multiplicó y se posicionó entre Modric y Kroos, lo que les daba libertad para crear fútbol, pero tanto centrocampista hizo que el Real Madrid se obsesionara con tocar demasiado el balón para no perderlo. Ninguna profundidad. El centrocampista brasileño, con permiso de Keylor Navas, fue el mejor de su equipo porque estuvo perfecto, pero cuando el portero y el mediocentro defensivo son los mejores madridistas no es una buena noticia para ningún equipo.

El conjunto blanco demostró en el Manzanares que es un equipo más maduro, tácticamente bien plantado, con mucho control del balón, pero que adolece de la fogosidad de la que presumía en temporadas pasadas. El exceso de celo en el orden ha provocado que el equipo blanco se menos vertiginoso, apueste por posesiones muy largas con el objetivo de protegerse. Esta decisión de Benítez está haciendo que el equipo progrese en equilibrio y ya no se parta tanto, pero a su vez provoca que el efecto 'estampida' que tan fiero había convertido al equipo blanco se haya quedado en el recuerdo.

A diferencia de San Mamés, donde el equipo mostró la misma cara, ante el Atlético no llevó ese control a una diferencia en el marcador que por lo visto en el campo debía producirse. Este Real Madrid se siente cómodo con el control estéril del balón, que es la mejor forma de defender, pero se olvida de que para ganar los partidos hay que pisar el área contraria. No hubo esas transiciones veloces, ni tampoco pareció que se buscaran desde el banquillo. El equipo blanco tiró dos veces a puerta -el gol y un remate de Cristiano en el descuento- y eso nunca es suficiente para ganar.

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