Pol Arnau es hijo de portero. Su padre militó en el Barcelona y en el Málaga. El chiquillo siguió los pasos de su progenitor, aunque solo a medias. Se convirtió en jugador de fútbol, pero no se decantó por la portería sino por la defensa. Él juega de lateral. Y por allí por la banda andaba en el choque copero entre la UD Logroñés y el Girona hasta que los blanquirrojos se quedaron sin portero después de haber hecho todos los cambios.
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Arnau se quitó la elástica blanquirroja, se colocó una amarilla fosforito con el 13 a la espalda de su compañero Daza y se puso los guantes. Si estaba nervioso, lo disimuló bien. Por delante tenía algún minuto suelto de la primera parte de la prórroga y toda la segunda. Nadie se imaginaba que el Girona no aprovecharía esa superioridad y que llegarían los penaltis.
Tuvo dos intervenciones de mérito antes de que comenzaran los lanzamientos desde los once metros. Y cuando llegó el momento decisivo, no falló. Le paró un lanzamiento a Abel Ruiz. La segunda eliminatoria de la Copa tiene un nombre propio, Arnau, curiosamente, el mismo que el de la anterior: Arnau, el chico que marcó el gol del triunfo frente al Eibar.
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