
«Podemos corregir mil historias, pero con tiempo». Yayo Urzay no podía ocultar el domingo su decepción tras ver empatar a su equipo cuando esperaba ... ganar su primer encuentro. «Me siento como un canterano que debuta con el primer equipo. Tengo la misma ilusión de Curro, Riki o Pol. Igual no se nota por el resultado, pero es la misma. Un chico que llega desde abajo, que ha currado desde Cadete y que llega al primer equipo», admitió. Sin embargo, el fútbol no entiende de ilusiones y, en ocasiones, tampoco de trabajo y trayectoria.
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Urzay pide tiempo, que es lo que precisamente no tiene la UD Logroñés. Cada domingo que pasa y se mantiene fuera del 'play off' el tiempo disminuye. Esa es la realidad, a la que se añade presión y necesidad. Da igual el orden. La plantilla regresó este lunes a los entrenamientos golpeada mentalmente por el empate, aunque la realidad es que pudo ser mucho peor el desenlace del encuentro si Kike Royo no hubiera detenido el penalti a Frodo. Una de las imágenes del enfrentamiento. La otra, la de querer y no poder de los locales y la de poder cuando quiso el Utebo. Una enorme diferencia.
La UD Logroñés no dispone en este momento de un delantero que defina el partido en una acción aislada. Desde que Andrei Lupu se lesionó en Anguiano y regresó contra el Alavés B no ha vuelto ser el mismo. Un gol en los últimos ocho partidos; seis en los diez primeros. Sergio Rodríguez no solventó el problema del gol porque la dificultad no solo estaba en el área sino en llevar el balón al área en buenas condiciones.
La UD Logroñés de Yayo Urzay ha avanzado en el juego ofensivo. Mayor agresividad, presión más alta, mayor ritmo, mayor verticalidad,… pero solo uno gol. Es la realidad.
Desde el primer momento quiso ser protagonista con y sin balón. Cuando lo tenía obvió el exceso de fútbol de limpiaparabrisas y apostó por la filtración vertical, por el desplazamiento en largo buscando las diagonales y por la creación de espacios por los que sorprender. El técnico riojano recuperó el peligro de la banda izquierda con Jon Madrazo e Iñaki alcanzado la línea de fondo.
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Y sin balón fue un equipo agresivo en la presión y recuperación del balón. Incluso apeló a la falta táctica, algo que no es muy habitual en él. Todo ello en campo del adversario. Cuando el Utebo traspasó la medular los problemas defensivos blanquirrojos crecieron y los maños llegaron con excesiva facilidad al área local y generaron ocasiones tan claras como para haber empatado el encuentro antes del descanso y ganarlo en la segunda mitad.
A esas carencias se suma la fundamental, la ausencia de gol. La UD Logroñés ha cerrado diez partido de los veintiséis de Liga sin marcar, por lo que solo ha podido aspirar a acabar con el empate inicial. Si la plantilla presenta ausencias en su banda derecha, por ejemplo, también en ataque. A la ausencia de gol de sus delanteros (12 suman Lupu y Barrero) se añade una segunda línea a escasa aportación (Agüero, 4; Madrazo, 4; Gualda, 2; Riki, 2) y de lenta llegada. «Hemos generado por fuera, llegando a área y creado situaciones», recodaba Urzay. Y era verdad, pero este equipo necesita generar mucho para marcar en contadas ocasiones, porque sus vías hacia el gol son muy concretas. Simplemente por eliminación: carece de estrategia, no es capaz de provocar penaltis y no transita o contragolpea con rapidez. Quedan ocho partidos.
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