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Casi todas las butacas de Las Gaunas estaban este domingo ocupadas, incluida, cómo no, la número siete de la fila 16 de Preferencia. Su dueño, uno más de los 14.000 aficionados de la Unión Deportiva Logroñés que poblaron el estadio. Uno cualquiera, no. ... Algo más que eso. Es, según dicta su carné, el abonado número 1 de la entidad. Miguel Ángel Martínez, un logroñés «de Varea» que acabó el partido «con mucha decepción».
Aficionado al fútbol «de toda la vida», abonado del Club Deportivo Logroñés y presidente del Varea durante más de tres lustros, a Miguel Ángel, que ha cumplido 85 años, le emociona ser el socio número 1 de la UDL. «Quiero mucho a mi equipo», certificaba antes de afrontar un partido fundamental como el de este domingo. «Con los años me voy poniendo menos nervioso, pero estoy preocupado por si ascendemos o no», respondía al ser preguntado por cómo se preparaba para un choque como este.
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José Martínez Glera
Miguel Ángel es un hombre previsor. Sabía que el campo iba a estar lleno y, por eso, decidió ir con tiempo para evitar aglomeraciones. Faltaba hora y media para el pitido inicial y él ya estaba allí. Se sentó en su butaca, la número 7 de la fila 16, y esperó paciente a que los jugadores saltaran al terreno de juego. «Voy a ver el partido con amigos», explicaba al periodista antes de empezar.
El logroñés reconocía que, conforme el encuentro se iba acercando, los nervios aumentaban, aunque eso no se transmitía al exterior, salvo en momentos muy puntuales con ciertas decisiones arbitrales. La procesión iba por dentro. Con los brazos cruzados y la mirada fija en el campo, siguió un primer tiempo que no le convenció, ni por el juego de la Unión Deportiva Logroñés ni por la actuación del colegiado. «Tenían que haber salido a ganar, no a esperar», decía de los blanquirrojos. «¿El árbitro? Muy mal», afirmaba sobre el segundo.
Tras el descanso, aplausos tras la oportunidad de Codina y, de nuevo, brazos cruzados. El tiempo pasaba y la tensión se iba reflejando en el rostro de Miguel Ángel. El logroñés hablaba con la gente de su alrededor, no le gustaba lo que veía, e incluso en algún caso resoplaba. Esa aparente calma del primer acto ya se había convertido en nervios visibles que se transformaron en disgusto cuando el Marbella se adelantó. Quedaba tiempo pero tanto Miguel Ángel como la mayoría de aficionados blanquirrojos veían que la empresa se complicaba demasiado.
Solo un gol podía devolver la esperanza, pero no llegó y con el pitido final, Miguel Ángel se puso de pie y solo pudo observar cómo los jugadores riojanos lamentaban su derrota y los del Marbella celebraban el triunfo. «Siento mucha decepción, mucha», lamentaba emocionado. «Lo teníamos casi hecho, pero el equipo no ha jugado bien», añadía.
Miguel Ángel estaba triste, no lo podía ocultar y tampoco pretendía hacerlo, pero eso no le impidió valorar el trabajo del rival. «Han hecho un encuentro fenomenal», sentenció el socio número 1 de la UDL. «Con el ambiente que había hoy aquí, parece hasta mentira que no hayamos ganado;es una pena quedarnos en Segunda Federación», certificó para concluir con un mensaje de esperanza para la próxima temporada: «Habrá que intentarlo otra vez». El asiento 7 de la fila 16 seguirá teniendo dueño.
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