El consuelo de no ser último del Náxara

El partido de ayer tan solo era un mero trámite para ambas escuadras. Igualados a puntos, tanto Náxara como Valle de Egüés ya habían certificado su descenso matemático hace unas jornadas, por lo que lo único que podía estar en juego era el honor de sus respectivos planteles. Fue mucho más ambicioso el del lado local al optar por una línea de tres en ataque con Aitor y Sotelo en los costados dejando a Villos en el centro.

La artillería acertó mucho antes de lo que La Salera esperaba. Y es que, a los seis minutos, los blanquiazules subían su primer tanto en el marcador aprovechando una ocasión a balón parado. Pepe botó el esférico desde la esquina del área al corazón del área donde Aitor remató a la perfección al fondo de la red.

El tanto a favor hizo crecer, aún más, a unos locales que se estaban divirtiéndose sobre el verde. Puede que quitarse la presión de la permanencia tuviera algo que ver en ello. Esas buenas sensaciones se tradujeron rápidamente en un nuevo gol que aumentó su renta a los doce minutos del inicio. En esta ocasión, el segundo del Náxara llegó en forma de una vaselina de Villos que traspasó la línea de gol por encima de la cabeza de Tabuenca.

El resultado favorecía a los de Nájera, al igual que el crono. La ventaja era de dos goles, pero querían más. La posesión era completamente suya, generando peligro en cada llegada a puerta rival, tanto conduciendo el balón como tirando de estrategia. David optó por la segunda opción para firmar el tercero pero su libre directo desde el borde del área salió repelido gracias a la providencial estirada del portero del Egüés. El balón tampoco quiso entrar cuando Aitor Lorá se plantó solo frente al guardameta, tras recibir el pase entre líneas de Villos, para estrellarlo con potencia en el larguero. Hubo que esperar a que apareciera el capitán dentro del área pequeña para poner el 3-0 en el marcador antes de ir a vestuarios.

Después de un brillante primer tiempo, uno de los mejores de esta temporada, el Náxara bajó un poco el ritmo pese a seguir protagonizando ocasiones, mientras que el Valle de Egüés resurgió de entre sus cenizas. Y lo que parecía ser una plácida victoria de los locales terminó siendo un partido en el que se pedía la hora. No resulta extraño ya que los navarros redujeron su distancia al máximo después de que Palacios chutase desde la media luna y de que Díaz transformase desde los once metros antes de que Merino, providencialmente, sacase el balón sobre la línea de cal en el tiempo añadido.