La cara B, los descensos

Pero también ha acumulado algún que otro fracaso. Los principales, los descensos de categoría. El primero, el que le dejó en una sola temporada el paso del conjunto blanquirrojo por el fútbol profesional. La pandemia de coronavirus marcaba todo. El equipo dirigido por Sergio Rodríguez había conseguido un año antes el mayor hito de la UDL entre mascarillas, vacunas y test. Y la temporada que se suponía más brillante para la entidad blanquirroja se convirtió en la más extraña. Con las gradas tristemente vacías, los capitalinos tuvieron la salvación en la mano gracias a una primera parte de la temporada brillante con una racha de triunfos excepcional. Sin embargo, el colchón se fue vaciando hasta consumarse el retorno a Primera Federación en la última jornada liguera.

Más triste si cabe, y más cercano, fue el descenso a Segunda RFEF que un año después se pretende revertir. La Unión Deportiva Logroñés partía entre los favoritos al ascenso a la categoría de plata del fútbol español. Sin embargo, nada fue bien desde el inicio y la plantilla, repleta de nombres con prestigio y supuesta calidad, cayó en la zona peligrosa para no recuperarse y firmar la nefasta consecuencia a una campaña desastrosa.

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Descenso entre mascarillas. A Primera Federación

Del sueño a la pesadilla. La campaña de la UDL en Segunda se vivió en un escenario apocalíptico entre mascarillas, con el innombrable virus protagonizando una historia de serie de ficción. En este caso, el héroe (la UDL) pareció sobreponerse a las adversidades pero acabó derrotado por un pésimo último tercio de campeonato.

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Un año en el que se tocó fondo. A Segunda Federación

«¡Juntos volveremos a la élite del fútbol español!», exclamó Félix Revuelta al descender de Segunda. Pero lo ocurrido es que apenas dos años después de tocar el profesionalismo, la UDL bajó otro escalón más en una campaña aciaga que inició un poco apoyado Albert Aguilá, siguió un inane Natxo González y cerró un abatido Sergio Rodríguez.