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Un año y medio de calvario. Álvaro Arnedo acaba de pasar la frontera de los 18 meses desde que se lesionase, en ... el ya lejano 29 de marzo del 2018. Fue en Gobela, el feudo del Arenas, rival que este sábado visita Las Gaunas. Desde ese momento, cuando la rodilla del centrocampista riojano quedó destrozada, Arnedo ha luchado contra viento y marea. Tres operaciones, errores médicos, dolencias que sólo aparecen en un porcentaje ínfimo de los casos de rotura de ligamentos... «No me ha acompañado la suerte», se resigna. Pero nunca ha dejado de soñar con volver a los campos de fútbol. Es su obsesión y la de un club que le ha formado y que sigue confiando en recuperar al brillante canterano que mandaba con apenas 21 años.
Para lograrlo, Álvaro Arnedo se levanta cada mañana, aunque ha habido ocasiones en las que hubiese preferido quedarse en la cama. «Pierdes muchas veces la ilusión porque quieres estar y algo no te deja», explica satisfecho de que en esos días, cuando le apetecía tirar la toalla, siempre ha encontrado fuerzas para seguir. «Nunca había trabajado tanto. El gimnasio era lo más duro pero luego había fisio, piscina... Es una pelea constante que te enseña mucho, te muestra límites a los que yo nunca había imaginado que iba a poder llegar», reflexiona. «Jamás pensé que podía ser tan luchador, tan cabezón. Te tienes que engañar muchas veces para seguir adelante», incide.
Los premios, aunque pequeños, ya los está recogiendo. Ayer pudo realizar ejercicios sobre el césped y tocar ese cuero del que las lesiones le habían privado demasiado tiempo. «Me siento mejor y ya puedo hacer ciertas cosas en el campo, que es lo que quiero. El gimnasio te come la cabeza. Salir a la calle y tocar el balón está siendo maravilloso», reconoce.
Álvaro arnedo | futbolista de la ud logroñés
Porque además de la rotura de ligamentos y de los problemas derivados, el último un cíclope (fibrosis en el ligamento) del que tuvo que ser operado el 29 de agosto, la cabeza es el peor enemigo: «Ya estoy viendo la luz al final del túnel, pero lo pasas muy mal. Ves a tus compañeros disfrutar mientras tú estás en el gimnasio, ir los domingos a la grada sin poder hacer nada... Es muy duro». También afecta a la vida normal, al día a día personal y a la familia. «Intentas despejarte pero la rodilla está ahí. En verano, no te puedes dar un baño; si vas a pasear tienes que tener cuidado, vigilas la alimentación para al día siguiente poder hacer perfectos los ejercicios... Y todo lo contagias, sobre todo a mis padres y a mi novia. Han sufrido mucho», explica, aunque la experiencia le ha enseñado algo: «He aprendido a disfrutar de las cosas más pequeñas».
También se ha convertido en 'maestro' de Pablo Bobadilla. La mala suerte ha llevado a los dos canteranos y al veterano Miguel Martínez a compartir penas a causa de sus rodillas. «Cuando me lesioné, hablaba con Miguel y con Titi, que ya habían sufrido roturas de ligamentos, y ahora Pablo me pregunta muchas cosas y yo le ayudo. Es una pena, pero nos acompañamos muchos y hablamos de nuestras sensaciones», incide.
De momento, y después de la experiencia vivida, el futbolista prefiere no ponerse plazos: «No me gusta dar fechas, pero a ver si para Navidades puedo estar perfecto. Intentaré coger la forma con el Tercera y luego... ya veremos».
A pesar de los pesares propios, Arnedo está disfrutando con la UDL. «Por fin se ha visto lo que vale el equipo. Tocar no dormirse y seguir ganando, pero contamos con buen equipo y muchas ganas», reflexiona.
La visita del Arenas no le impresiona, pero sí siente 'yuyu' al pensar en Gobela. Arnedo tiene claro cuál va a ser su remedio: «Cuando vuelva a pisar el césped de Las Gaunas, todo el esfuerzo habrá valido la pena».
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