El orgullo de Calahorra no cae derrotado

Cerca de doscientos calagurritanos recorrieron kilómetros una vez más. Como en El Ejido, Zaragoza, Badajoz, Laredo, Buñol. Pero también como en Aldeanueva de Ebro, Pradejón, Nájera, Alberite, Logroño, Santo Domingo. Pero sábado era un día grande. Don Benito era además el primer desplazamiento en más de un año después de una temporada sin acompañar a su equipo fuera, e incluso a veces dentro. Pero a la afición rojilla, aunque sea desde sus casas, no les han frenado el sentimiento los confinamientos ni los cierres perimetrales. Héctor Merino, presidente de Crianza Rojilla, animando en la valla de la Planilla en el Calahorra-SDL a puerta cerrada es una de las imágenes del éxito rojillo.

Don Benito acogió la marea riojana desde la mañana. Todos ellos soñaban, aunque un 'play off' son palabras mayores. Si no creyesen se quedarían en casa. O ni eso, porque también en la derrota estarían a su lado. Recorriendo kilómetros, superando obstáculos.

Porque una afición da su valor en la victoria, pero especialmente en la derrota. Cuando los jugadores, destrozados, son consolados por los aficionados. Como ese gran capitán, Cristian Fernández, que hace años vivía como un niño más el sueño del ascenso del equipo de su ciudad. Y este sábado tomó el relevo de sus ídolos sobre el césped. Lloraba Cristian, y lloraba un Calahorra que una vez mas soñaba con alcanzar el fútbol profesional. Aunque no fuese su objetivo, aunque muchos no le diesen por uno de los candidatos. Pero Don Benito devolvió a la realidad de Primera RFEF al Calahorra. Que no es poca cosa. Y los sueños, sueños son. Al menos, de momento.