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Hay mitos que perduran y otros que se derrumban. Urritxe cayó este sábado. Como la temporada pasada y la anterior. Ya no es un mito. Es un campo más. La UD Logroñés ganó en Amorebieta y con este triunfo alcanza la sexta victoria consecutiva, ... como en los mejores tiempos de Sergio Rodríguez en el banquillo de la UDL. No fue fácil, ni un partido bonito, pero sí práctico. Y a veces es lo mejor. Los puntos tienen el mismo valor. Colíderes a la espera de lo que hagan este domingo Real Sociedad B y Cultural.
Sergio Rodríguez sorprendió al incluir a Ousama por delante de Iñaki, en el carril izquierdo. No cambió nada más en un once al que le costó entrar en el partido. Y, además, pudo pagarlo caro. El Amorebieta fue la expresión más palpable del fútbol directo, del acoso aéreo, frontal, lateral o diagonal. Daba igual el origen. Saizar convirtió su portería en una catapulta perseverante. Desde allí dejaba el balón al borde del área riojana. Orozko y Gabri lo buscaban para bien propio o para que Mikel Álvaro, Seguín o Remen dieran inicio a la segunda fase del asedio.
La UD Logroñés se veía superada. No ganaba las acciones aéreas, pero tampoco los rechaces, los balones muertos. En uno de ellos, dentro del área, Mikel Álvaro pudo marcar, pero Miño sacó su guante izquierdo. El portero catalán cuajó ayer su mejor partido, aunque también sumó lagunas muy preocupantes en los balones aéreos y laterales. Muy preocupante.
Amorebieta
Saizar, Zarra (Aldaluz, m. 70), Aimar, Arregui, Markel, Seguin, Ekaitz, Mikel Álvaro, Remen (Ortega, m. 69), Orozko y Gabri (Ekain, m. 63).
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UD Logroñés
Miño, Iago, Caneda, Zabaco, Iñaki, Errasti, Rubén (Roni, m. 63), Andy, Olaetxea, Ousama (Rayco, m. 59) y Vitoria (Sierra, m. 89).
goles 0-1, m. 43. Olaetxea recibe el balón en el segundo palo, lo baja con el pecho y supera a Saizar con un disparo raso.
árbitro Pinto Herrera. Colegio Tinerfeño. Ayudado por Muñoz y Franco. Amonestó a Ekaitz, Ousama y Olaetxea.
incidencias Municipal de Urritxe. Novena jornada de Liga. Tarde nublada. Buena temperatura. Aficionados blanquirrojos en las gradas vascas.
Eso fue en la segunda mitad, porque en los primeros minutos mantuvo el 'cerocerismo'. A su primera intervención le siguieron dos más. Evitó el gol de Gabri tras una rápida transición local y, tras el saque de esquina, tiró de reflejos para responder a un remate a bocajarro de Arregui. Impresionante bajo palos. Para lo bueno y para la malo. Poco después no sacó el balón de Aimar, pero el colegiado invalidó el gol por falta del central. La UD Logroñés había pasado por lo peor.
Ajustaron posiciones Errasti y Andy, crecieron los centrales. Aparecieron las bandas. Un balón largo permitió a Rubén regatear a Saizar a 30 metros de su portería, pero su disparo a la red no encontró dirección. El Amorebieta se asustó y el asedio ya no fue tan continuado. Vio que el rival podía hacerle daño, aunque no pensó que iba a tardar tan poco. Zabaco recuperó el cuero cerca de su área. El Amorebieta pidió falta a Orozko. Olaetxea se hizo con él en la medular, trazó una diagonal en busca de Rubén, que esperó la llegada de Iago. El gallego paró el ataque. Buscó a Andy en el balcón del área y Olaetxea hizo el resto. Al genial pase del granadino a la espalda de Zarra respondió el vasco ganándole la espalda. O quizá fue al revés. Bajó el cuero y superó a Saizar. Se acabó. «Es mi chaval», decía su padre orgulloso desde la grada
Se acabó la primera mitad y casi el partido, aunque a la UDL le tocaría sufrir más porque el Amorebieta no varió su guion. Todo por arriba, nada por abajo. Decenas de balones desde todos los ángulos. Markel pudo marcar en un saque de esquina; y poco después Ortega, que se había sumado al encuentro. Miño falló clamorosamente una salida de puños y no lamentó el gol porque ayer no tocaba. La zaga retrocedió, ya compuesta por tres centrales y dos medios centros por delante. Siete jugadores defendiendo. Suele ocurrir cuando aparece la sensación de inseguridad.
Aun así, pudo ampliar su renta, pero los blanquirrojos, con Rayco y Roni sobre el césped, no leyeron bien ninguna de sus transiciones, que además fueron en superioridad. Más tensión, más sufrimiento. El balón quemaba, iba y venía hacia el área de la UD Logroñés, porque los hombres de Rodríguez no lo tenían. Apenas unos segundos. Ni siquiera el tiempo suficiente para recomponerse. Pero había que seguir. Nada que ver con esos partidos vividos contra Tudelano o Arenas, pero este sábado la exigencia era bien diferente. Aceptar el reto del trabajador solidario sin pestañear. No quedaba otra. Porque incluso llovió. Como debe ser en un partido de fútbol puro del norte.
Eso sí, colíderes. «Es en estos campos donde se ganan ligas», sentenciaba Carlos Lasheras cuando abandonaba Urritxe. Eso es lo que quiere el patrón.
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