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Decía Sergio Rodríguez hace diez días que el partido frente al Unionistas era una trampa. La realidad es que todos los encuentros entrañan alguna trampa. Como el de este domingo. El Guijuelo no pareció en ningún momento el equipo clasificado en la penúltima plaza, ... pero su falta de contundencia en las áreas parece lastrarle. Por otro lado, la UD Logroñés se había acostumbrado esta semana a que se refirieran a ella como el líder del Grupo II. Un equipo que no está acostumbrado a la primera plaza y que cuando ha sido líder no ha pasado de papel efímero. Para saber jugar desde del liderato hay que tener una dilatada experiencia. A todo ello se suman los halagos, que ye pueden hacer pensar que eres lo que no eres. Por todo ello era un partido trampa, aunque la UDL ganó gracias al oportunismo de Olaetxea y a una contra letal. Victoria amparada en un enorme sufrimiento. Eso sí, líder. Más líder porque perdieron Cultural y Real Sociedad B y empató el Athletic. Domingo casi redondo.
El técnico recuperó a Jon Errasti para el once titular y con él, el dibujo que le había dado el éxito y el equilibrio necesario para firmar siete victorias consecutivas. Apuntaló su once con Ñoño en la banda izquierda y sobre todo con la liberación atacante de Andy y Olaetxea, jugadores de doble personalidad, pues cuando hay que defender asumen el rol de pivotes de contención.
UD Logroñés
Miño, Santos (Iago López, m. 65), Caneda, Zabaco, Iñaki, Errasti, Rubén, Olaetxea, Andy, Ñoño (Javi Álamo, m. 71) y Vitoria (Roni, m. 83)
2
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Guijuelo
Guillermo, Iván, Jonathan, Jesús, Dani, Adrián Cruz, Cristóbal, Lara (Agudo, m. 78), Andi (Sikorski, m. 70), Fekir (Carmona, m. 68) y Pablo Espina.
goles: 1-0, m. 59. Olaetxea marca de cabeza al aprovechar un rechace de Guillermo; 2-0, m. 89. Javi Álamo culmina un contagolpe con una vaselina sobre Guillermo.
árbitro: Sánchez Alsa. Colegio Vasco. Ayudado por López Buitrago y Castaño Ibarguren. Amonestó al local Santos y a los visitantes Fekir, Iván y Guillermo.
incidencias: Sánchez Alsa. Colegio Vasco. Ayudado por López Buitrago y Castaño Ibarguren. Amonestó al local Santos y a los visitantes Fekir, Iván y Guillermo.
Si bien el partido arrancó con ritmo y sin un propietario claro del esférico, éste se tornó en un juego más previsible e insípido. Un partido tosco. El Guijuelo se cerraba bien, aunque no había venido a Las Gaunas sólo a defenderse, e intentaba salir con rapidez amparado en la calidad de Adrián Cruz y el juego en solitario de Pablo Espina en punta de ataque. Balones largos, precipitados y sin precisión en la mayoría de los casos. Aun así, no dejaba maniobrar a la UD Logroñés, que no encontraba ni el camino ni la forma como abrirlo. Ñoño lo intentó en los primeros minutos con una de sus diagonales que acabó con la búsqueda del segundo palo. No cogió dirección el cuero. Dos disparos desde fuera del área de Olaetxea, a la grada, y de Rubén Martínez, a las manos de Guillermo, completaban el arsenal ofensivo local. Pobre y sin carga. A la falta de ideas se sumaba que el Guijuelo confundió aún más a su oponente con continuas pérdidas de balón que acabaron con la paciencia de algunos blanquirrojos y nublaron las mentes. Por perder tiempo, el Guijuelo lo perdió hasta en el descanso. Regresó al césped varios minutos después que su adversario, harto de esperar. Y la espera aumenta los nervios o desconecta.
Así, la UD Logroñés se desconectó. El Guijuelo llegó tarde, pero con más ánimo. Se hizo con el cuero y dejó a su rival sin argumentos. Se jugaba en campo riojano. No pintaba bien. Pero al final, la clasificación no miente y uno no es primero por capricho ni otro penúltimo. La UDL no encontraba soluciones colectivas, pero en su armario hay muchas individuales y en esas apareció Ñoño. Un minuto antes se había equivocado recortando hacia adentro y no dando el cuero a Iñaki, que le había desdoblado. Repitió eslalon, se adentró en el área, dejó el cuero para que Vitoria disparase. Guillermo no blocó, sino que despejó con el pecho. El globito acabó con el cuero en la testa de Olaetxea, que sorprendiendo a todos marcó de cabeza. Contundencia en el área. La gran diferencia. La primera clara, gol.
Cambió por completó el duelo. El Guijuelo ya no perdía tiempo, sino que quería arañar segundos. No andaba, sino que corría. Todo eran prisas. Adelantó líneas, lanzó a sus laterales al ataque y puso más jugadores ofensivos sobre el área. Lo hizo todo, pero no es contundente en el área. No tiene gol. Diez en quince partidos. No tiene un nueve, porque Espina no lo es. Con más espacios, Vitoria buscó la vaselina, pero el balón no cogió dirección, y Rubén Martínez apeló al gol de pillo. Tampoco. El Guijuelo se abrió por completo. Iván Pérez pudo empatar a la salida de un saque de esquina. Se perdió a la derecha de Miño. El gol es cosa de rachas y los charros no están enrachados por mucho que una semana antes ganasen al líder.
Al antiguo líder, porque el nuevo no quería perder ni el partido ni tal condición. Olaetxea, el oportunista, robó el cuero, se lo dio a Roni, que lanzó a la cabalgada a Álamo. Carrera, vaselina y gol. Calidad y contundencia. Partido cerrado. Liderato más asentado. Y todo ello , en un día espeso.
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