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Las Gaunas fue un infierno. Desde 45 minutos antes de que comenzara a rodar el cuero, la afición de la UD Logroñés, que previamente le había brindado todo su calor al equipo en República Argentina, dijo presente. Más de 10.700 almas ... engalanaron el estadio con motivos rojos y blancos, con banderas riojanas, con cánticos, volcando su inmensa ilusión. «Que vamos a ascender», era el grito de guerra desde los cuatro (sí, cuatro) costados de Las Gaunas, arrinconando en una esquina a los 500 valientes alicantinos, que se dejaron ver previamente por la Laurel.
Mucho color, mucho ruido. Máxima ilusión. Los ingredientes ya estaban sobre la mesa de cocina. «Sí, se puede; sí, se puede», gritaron los blanquirrojos en el momento en que salieron los equipos al terreno de juego. Pulsaciones a mil. Desde el fondo sur, un cartel indicaba el camino; «2-0», rezaba un tifo. «Vencer o morir», apuntaba otro más allá.
Comenzó a rodar el balón y Las Gaunas explotó. La premisa era clara: marcar un tanto en el primer tiempo, y si fuese posible, en los 20 minutos iniciales. El público, en armonía con el equipo, presionó, sobre todo en esos minutos de tanteo. Protestó un fuera de juego inexistente; protestó otro que sí era, pero daba igual. El árbitro García Verdura no se dejaba intimidar.
El primer tiempo se fue diluyendo. No el ánimo de la gente, que cada vez que la UD Logroñés pisaba campo visitante, explotaba. La afición sabía que una parte importante de la eliminatoria recaía sobre sus hombros y supo responder al envite. Aplaudió las primeras intervenciones de Unai Etxeberria en su debut con la camiseta blanquirroja, deliró cuando el balón que Marcos Andrés se fue a centímetros del palo izquierdo de Falcón.
En la segunda parte llegaron los nervios mientras se consumían los minutos y el Hércules aguantaba el 0-0. Las Gaunas siguió a lo suyo, alentando a una UD Logroñés que ya no encontraba la forma de marcar ese primer tanto que les invitaba a soñar. Tensión en estado puro. En el campo y en la grada.
Llegaron las ocasiones de la UD Logroñés, pero no llegaba el gol. También la hubo, bastantes, para el Hércules, pero allí estaba Unai Etxeberria, que evitó hasta en cinco oportunidades claras que el conjunto alicantino sentencie de forma definitiva la eliminatoria. Muchos pensaron que el 'play off' se había decantado antes, precisamente por la portería en ese encuentro en el Rico Pérez.
Con el pitido final no hubo desilusión. Sí tristeza. Mucha. Pero nadie se movió de su sitio y Las Gaunas siguió a lo suyo, agitando las bufandas y banderas al viento. Durante diez eternos minutos. Una actitud que fue aplaudida por los jugadores locales, muy emocionados, y varios de los visitantes. No pudo ser esta temporada. Pero esto no termina aquí. Ya ha germinado la ilusión.
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