«Compraré pipas porque si no acabaré comiéndome las manos»

– ¿No me diga que está asustado?

– Eso, nunca, para nada.

– Ya casi se cuentan por horas lo que resta para el partido. ¿Qué le dice la mente?

– Que tiene ganas de que llegue el sábado y acabe todo.

– Vamos, que si no da por hecha la victoria, sí que la desea con fuerza.

– Sí, que llegue, ganemos y celebremos un ascenso muy ansiado.

– Vaya temporada la que está a punto de acabar. ¿Hubiera imaginado alguna vez algo así?

– Ha sido muy complicada, aunque es verdad que deportivamente hablando estaba siendo muy buena para nosotros, para la UD Logroñés. Esperamos dar una alegría a la afición.

– Usted es de los que piensan hasta comerse la cabeza. ¿Es inevitable darle vueltas a este partido?

– A medida que se acerca piensas más, pero es algo que yo, al menos, no puedo evitar. Hay mucho en juego y aunque sabíamos que este momento iba a llegar y que debíamos estar preparados, todo es muy raro. Una vez en Marbella y el sábado en Málaga, la cabeza cambiará su forma de funcionar.

– Como en los exámenes, que minutos antes estás muy nervioso y cuando lees las preguntas te calmas...

– Así es, lo mismo. Mi experiencia siempre es la misma: antes del partido estoy muy tensionado, pero cuando entro en el campo mentengo la tensión, pero me centro en el fútbol. Cambia todo.

– ¿Teme a la grada?

– La grada es jodida, porque estás más nervioso y sientes todo de manera muy diferente, pero veo a mis compañeros muy bien y confío en ellos al cien por cien.

– El Castellón evita colgarse la etiqueta de favorito. ¿Tienen ustedes claras las ideas, sobre todo para no caer en trampas tan viejas?

– Nosotros no nos consideramos favoritos, sino un equipo humilde. Lo que sí hacemos es analizar, preparar y trabajar muy bien cada partido. El Castellón es un gran equipo y nos puede hacer mucho daño. Además, estamos hablando de una eliminatoria a partido único, en el que puede pasar cualquier cosa y el tiempo de reacción es escaso. Es necesario estar muy bien preparado mentalmente para cualquier circunstancia.

– Sobre todo si no sale lo que uno quiere.

– Claro. La concentración es vital. Son noventa minutos en los que te juegas la vida, por decirlo de alguna manera. Hay que dejarse la piel.

– ¿Cuántas veces ha lamentado no poder jugar este tipo de partidos?

– Muchas veces, pero no solo yo, sino todos. A cualquiera que le preguntes te dirá que quiere disputar este partido. En mi caso, llevo mucho tiempo sin competir y quizá lo viva de manera diferente porque sé desde hace tiempo que no jugaré. Igual le pasa a Pablo [Bobadilla] y a Miguel [Martínez], pero ahora nuestra función no es pensar en que no podemos jugar, sino en ayudar.

– Habla de Miguel. Ya ha preparado sus las gominolas. ¿Usted?

– Al menos, pipas, porque si no acabaré comiéndome las manos.

– Se presume un partido muy largo.

– Muy largo. Para mí es algo diferente, porque es la primera vez y, además, soy riojano y creo que lo sientes de manera diferente, porque es el equipo de tu tierra. Ahora bien, si ascendemos el sábado lo voy a celebrar al máximo.

– Para algunos de sus compañeros este ascenso es como pasar de un desierto a un vergel.

– No lo sé, pero que es muy importante, sí, porque las diferencias entre Segunda y Segunda B son enormes.

– Usted que es casi profesor, ¿cómo explicaría a sus alumos el significado de un ascenso?

– Un sueño cumplido, devolver ilusión a la sociedad, superarse, creer en uno mismo con más fuerza... porque es fundamental creer en uno mismo y trabajar. Sin lo uno no existe lo otro.

– ¿Se asciende y desaparece su mal fario?

– Desde luego, es la única forma de compensar todo lo que me ha pasado.

– ¿Es de los que lloran con el ascenso, se paralizan o saltan?

– No lo sé. Lo primero es disfrutar. Igual, hasta puedo cometer alguna locura si se me va la cabeza.