Piedras en rumor city
«Piedras no muy grandes, las del día a día, esas que se hacen imperceptibles en una ocasión, pero que erosionan a cualquiera por su constancia en el choque»
Sergio Moreno Laya
Sábado, 5 de noviembre 2016, 12:01
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Sergio Moreno Laya
Sábado, 5 de noviembre 2016, 12:01
«La culpa es de las piedras», me decía mi hermano cada vez que me lanzaba una con la intención habitualmente acertada de darme. Atinaba casi siempre para a continuación recordarme una cuestión importante durante mi infancia: «La culpa es de las piedras, ellas son ... las que te hacen daño. No yo». Y con esto me he quedado. La culpa es de las piedras... y más aún en Rumor City, un apelativo que ha usado alguna vez Carlos Pouso. «Aquel dice eso; el otro, aquello; el de más allá, lo otro... Es Logroño». Y para Pouso, Logroño es «Rumor City». Y a buen seguro no le falte razón. Porque esto no deja de ser un pueblo donde todo el mundo se conoce; no como en Bilbao, allí el asunto, imagino, será otro, por la distancia existente hasta que un rumor llega a oídos de quien lo protagoniza, de un lado al otro hay mucha ría de por medio.
En Logroño, por desgracia, el rumor se extiende con relativa velocidad, a toda pastilla, pero también es cierto, por suerte, que su vida es corta, pues rápidamente un rumor puede quedar precisamente en eso si quien lo protagoniza le corta las alas, y atiende a ecosistemas humanos más favorables, menos volubles y casposos, chapados a la antigua por su forma de proceder. Pero si un rumor no se ataja a tiempo es porque existe algo de verdad en su desarrollo. La culpa, entonces, pasa a ser de las piedras, pues, como decía mi hermano, «son ellas las que te golpean».
Piedras no muy grandes, las del día a día, esas que se hacen imperceptibles en una ocasión, pero que erosionan a cualquiera por su constancia en el choque. Que si iba a venir este verano Linares, Dioni, Aguilar... Un 9 con nombres y apellidos. Un delantero centro de ascenso garantizado, que parece haberlos, aunque a mí no me los han presentado.
Y en estas quinielas de la rumorología veraniega advertir un superávit de 90.000 euros es lanzar sin control una piedra importante, de las que hacen daño meses después de recibirla, de las que duelen si el fútbol y sus resultados acaban por situar al equipo en ese espacio de indefinición que convierte la frustración en enfado. Esa piedra, cuando fue lanzada, se observó como una acción magnífica, como me pasaba cuando veía a mi hermano apuntar hacia mí con su ojo vago: «Imposible que me dé con la cantidad de dioptrías que gasta». Pero daba, y hacía pupa. Y se reía, y yo me rascaba. El superávit dio y ahora es cuando hace daño. 90.000 euros viene a ser en principio el salario que percibe un delantero relevante de la categoría. «Justo lo que necesitábamos para ascender. Esto está hecho», pensaron con lógica los seguidores. 16 fichajes después, con un gol de Mendi y ninguno de Juanfran y con el equipo metido en problemas serios de rendimiento ofensivo, las piedras acaban de presentarse como las culpables de esta situación... al menos en Rumor City, claro. Mientras, en Bilbao estarían gastando su tiempo y energía en profesionalizar la estructura deportiva del equipo. Estarían, claro, marcando cómo será no ya el equipo de este año, sino el que verán sus seguidores de aquí a tres temporadas, como bien hicieron Eibar, Alavés... que sin atender a piedras y rumores se pusieron a pensar desde Segunda B su futuro lejos de esta cruel categoría.
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