Derrota amarga en Fuenlabrada

Y es una pena, porque los de Pouso habían empezado bien el partido. Con control y mando, refrendado por un chupinazo tremendo de Javi Rey, un balón a toda la escuadra que les adelantaba en el minuto 11. Para no perdérselo:

 

Era esperable que el Fuenla se atara los machos a partir de ahí, y así fue, pero los blanquirrojos no pasaron excesivos apuros durante muchos minutos. Eso sí, pasado el 35 el Fuenlabrada hacía dos ocasiones más que buenas: Iribas cruzaba demasiado, bastante solo en el área, y Dioni estrellaba el balón en el lado exterior de la escuadra en el 37.

Debacle en la segunda

La cosa no pintaba excesivamente mal, pero el equipo local ya había mostrado que estaba más que capacitado para crear peligro. Y con jugadores como Diego Cervero, crear peligro significa gol.

Así fue en el 55: el exlogroñesista pilla un balón en la frontal e hace su golito de casi todos los días. Era, a decir verdad justicia para lo visto en el partido, porque la UDL no se acercaba al área rival.

Movió fichas Pouso, sentando a Mendi y Sergio García para dejar entrar a Juanfran Guarnido y Fran Pastor. El equipo ganaba en movilidad y sensación de peligro, y el Fuenlabrada dejaba de crear peligro.

El penalti de Caparrós

Hasta el minuto 75. Un balón que ni era un tiro a gol da en Adrián Pazó, que tenía posada la mano en la cadera y, además, estaba más bien de espaldas. La sorpresa de los riojanos fue bastante gorda: penalti.

Y ahí aparecieron de nuevo los fantasmas, sobre todo mirando el nombre del árbitro: Iván Caparrós, valenciano. Sí, aquel que apareció milagrosamente en la grada para suplir al colegiado extrañamente lesionado en aquella tarde fatídica ante el Huracán.

Un error (como este penalti lo parece) lo tiene cualquiera, pero quizá el historial del valenciano no le hace el mejor candidato para mirar con justicia a la UDL que tanto protestó por aquellos hechos. Aunque sólo sea por higiene.

En fin, pese a protestas y protestas (además fue tarjeta amarilla para Pazó, lo que una mano involuntaria nunca es), el penalti fue penalti, y luego gol (Dioni, 75).

 

La UDL iba a mandar el resto del partido, pero sin generar demasiado peligro. Al final, cero puntos (uno hubiera sido lo justo, la verdad) y una sensación amarga en el autobús de vuelta. Otra vez, sí.