Víctor Soto
Lunes, 14 de abril 2014, 14:09
La UDL ha tropezado ya innumerables veces contra la misma piedra. Ayer lo volvió a hacer. El Zamora se llevó los puntos de Las Gaunas con tres tiros a puerta y poco más. Escaso bagaje, pero suficiente para meterle mano a un conjunto que tiene ... en la falta de gol su máximo lastre. Además, cometió un error defensivo grave y se quedó con cara de tonto. La salvación deberá esperar, al menos otra semana. Y habrá que ver si los nervios aprietan, porque los equipos de abajo siguen ganando y cada vez se reducen más las diferencias.
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Los de Raúl Llona tienen que espabilar mucho, y sobre todo, dar un paso adelante y sacar su cara más agresiva si no quieren acabar sufriendo. Saben jugar al fútbol, pero se muestran blandos y no saben lanzar dentelladas.
En el fútbol hay zonas de peligro y zonas neutras. En las primeras, se marcan las diferencias. En las segundas, se pasan los minutos. La UDL es la reina de las zonas neutras, lo que es una buena noticia. Pero carece de ese punto de ambición, de ese poderío extra, de esa capacidad goleadora que permite dar el zarpazo y luego controlar a la espera de otra oportunidad. Así, contra el Zamora, casi todo lo que se vio en la primera mitad vino de los blanquirrojos, pero faltó la guinda, el gol de la tranquilidad.
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Los de Raúl Llona tocaban y tocaban, pero en la medular, ante un Zamora agazapado. Cuando intentaban desmontar el entramado defensivo, no hallaban esa claridad que permite hacer estallar las fisuras de un muro. Ubis peleaba mucho, pero los balones no llegaban. Especialmente desaprovechada fue la banda derecha, apenas pisada en el primer período. Por la izquierda, Sergio Martínez y Javi Rodríguez estuvieron más incisivos.
A falta de esa facilidad para pisar el área y resolver a bocajarro, los riojanos enseñaron los dientes desde lejos. Goñi fue el primer en intentarlo, Ubis hizo lucirse a Imanol, que sólo pudo desviar el balón a córner, e Ibai Ardanaz probó con dos lanzamientos lejanos que se marcharon ligeramente desviados. El Zamora, por su parte, apenas se acercó, a excepción de un golpeo de Dalmau que blocó Miguel en dos tiempos. Muy poco para un equipo mermado por las bajas, pero suficiente para dejar el duelo abierto de cara a la segunda mitad.
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En punto muerto
No era necesario remontar, como en Guijuelo, pero sí achuchar un poco más al rival y, sobre todo, ser más valientes. La primera parte había sido puramente blanquirroja, pero el partido seguía en punto muerto.
El primer gran susto lo dio Jorge Hernández, nada más volver de los vestuarios, obligó a lucirse a Miguel en el mano a mano. El dominio total de la primera mitad se tornaba ahora alterno, con el Zamora estirándose un poco más. Ubis intentaba su pelea casi en solitario y Raúl Llona decidió meter a los héroes de Guijuelo, Alain Barrón, primero, y Julen Iriarte, después. Revolucionaron el ataque, pero sin premio. Los riojanos apretaban e, incluso, contaron con la mejor ocasión del choque. En un córner, el balón le cayó a Gil, que remató, desde el área pequeña, increíblemente alto.
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Pese a todo, el Zamora salía con fluidez y el partido parecía un correcalles. Poco quedaba del dominio total del primer período, pero todavía la UDL veía posibilidades de llevarse al menos un punto.
Y entonces llegó el mazazo. La falta de mordiente exhibida se pagó con creces tras un error en cadena de Moisés y Zubiri, que despejó con toda su alma, pero el balón se quedó enredado entre las piernas de Alberto Prada. El extremo, muy activo, tuvo medio segundo para pensar y puso el balón en un rincón donde Miguel nada pudo hacer. A bocajarro.
Quedaba un poco más de un cuarto de hora y la UDL se tiró a la desesperada. Herreros disparó muy desviado y un lanzamiento de Ubis tropezó con un defensa. Se intentaba el asedio, pero el Zamora respiraba a la contra y Di Biase estuvo a punto de lograr el segundo de los zamoranos en el minuto 90. Y el partido se acabó con la misma sensación ya conocida para los aficionados logroñeses, otra derrota, en teoría injusta, pero que tiene un sólo culpable: la UDL. Porque, como en el eslogan publicitario, sin gol no hay fútbol.
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