Era un 16 de enero del año 2005. Ernesto Valverde entrenaba a un Athletic de Bilbao en el que jugaban dos riojanos, Dani Aranzubía y Santi Ezquerro, y la liga llegaba a su decimonovena jornada. Los vizcaínos se veían las caras con un Espanyol en ... el que estaban De la Peña, Amavisca o Mauricio Pochettino. El 'Txingurri' dio a conocer su once y en él había una sorpresa. El dorsal 32. De nombre Fernando Javier, de apellidos Llorente Torres y de origen riojano. De Rincón de Soto. Fernando Llorente.
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Ese día empezaba la carrera de un delantero que años después se iba a convertir en uno de los protagonistas del mayor éxito de la historia del fútbol español en Sudáfrica. Pero para eso todavía quedaba mucho. Quedaban años de crecimiento en el Athletic. De demostrar que era mucho más que un ariete alto que iba bien por arriba y de postularse (en numerosas ocasiones sonó su nombre para el Real Madrid o para el Barcelona) para los mejores equipos del balompié nacional y europeo. Un recorrido al que hace unos días el propio Llorente puso el punto final.
La llegada del riojano a Primera División se fabricó a fuego lento. Sus números en las primeras tres temporadas no resultaron llamativos. No era fácil. Tenía que competir por el puesto con jugadores como Ismael Urzaiz o Aduriz. Delanteros con mucho nombre en Bilbao y protagonistas de muchas tardes de gloria para los leones en el viejo San Mamés. La campaña de su debut jugó 15 partidos y marcó tres goles; la siguiente participó en 22 duelos y vio dos veces puerta, las mismas que en el curso 2006-07.
Con Joaquín Caparrós en el banquillo llegó su explosión. Temporada 2008-09. Sin Urzaiz ya en el equipo, Llorente tomó galones. Treinta y cinco partidos jugó, todos menos una decena de titular, y diez goles anotados. El máximo realizador del Athletic en Liga, con tres dianas más que Aduriz. A partir de ahí sus números no dejaron de crecer. Trece, catorce, dieciocho, diecisiete. Son los goles que el rinconero anotó en los siguientes cursos en San Mamés.
Ya estaba consagrado. Su nombre estaba entre los mejores delanteros del país y era cuestión de tiempo que la selección española se fijara en él. La primera vez fue en noviembre de 2008, con Del Bosque en el banquillo. La Roja acababa de conseguir su primer gran éxito de la historia reciente: la Eurocopa de Austria y Suiza. Luis Aragonés ya no era el seleccionador del combinado nacional y el extécnico del Real Madrid había tomado el relevo. Y el salmantino depositó su confianza en él. Confianza que hizo que le llevara también al Mundial de Sudáfrica dos años más tarde. Sí, el del gol de Iniesta. Llorente estaba allí. No jugó mucho en aquel torneo pero su entrada al campo en el partido de octavos frente a Portugal resultó decisiva. Fue ese un paso previo para llegar a la final contra Holanda y su nombre quedará para siempre entre los 23 que alcanzaron aquel hito. No fue ese su único éxito con la selección, ya que también formaba parte del combinado nacional que en 2012 consiguió otra Eurocopa.
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Su carrera estaba entonces en lo más alto y en 2013 llegó el momento de cambiar de aires. La decisión más difícil de su carrera, tal y como comentó en alguna entrevista. No renovó su contrato con el Athletic, algo que no sentó bien en tierras vizcaínas, y puso rumbo al fútbol italiano. Quería explorar nuevos mundos. Jugar en otros lados. Y se marchó a la Juventus. Su primera temporada con los de Turín fue muy buena, con 16 goles en la Serie A, pero después su protagonismo fue descendiendo. Así, ganó en dos ocasiones el Scudetto con los italianos y a mitad de su tercera campaña fue cedido al Sevilla, equipo con el que conquistó la Europa League. Un nuevo éxito para sumar a su palmarés, que por aquel entonces ya era muy extenso.
A partir de ahí, Inglaterra le esperaba: un buen año con el Swansea y dos campañas en el Tottenham. Con los ingleses afrontó su segunda final de la Champions League (la anterior había sido con la Juventus) y tampoco pudo ganarla. Ese fue el último gran escaparate de una carrera que dio sus últimos coletazos en el Nápoles, el Udinese y el Eibar. En medio, rumores de posibles regresos al Athletic que no se concretaron.
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Con los armeros buscó una última alegría. El ascenso a Primera División. No alcanzaron el objetivo los de Ipurúa y llegó el verano con Llorente a la espera de un equipo en el que continuar marcando goles. Nada le convenció y en esta semana dos noticias dejaban claro su futuro. Primero anunciaba que iba a jugar al menos un partido en la Kings League ideada por Gerard Piqué e Ibai Llanos. Después apareció en Movistar Plus para comentar el partido entre el PSG y el Bayern y ahí notificó sus planes. «Llevo ocho meses parado tras mi despedida del Eibar y soy feliz así. Ahora que he dejado el fútbol para mantenerme en forma jugaré al pádel o al tenis». Se despidió a punto de cumplir 38 años y casi como llegó a esto del fútbol de élite. Sin hacer mucho ruido, pero con las ideas claras. Así dijo adiós el rinconero que conquistó el mundo, futbolísticamente hablando.
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