Fútbol Internacional

El regreso a la Bundesliga más amargo del antifascista St. Pauli por el conflicto entre Israel y Palestina

El conjunto de Hamburgo, de izquierdas y muy comprometido con asuntos sociales, regresa a la élite después de 13 temporadas en la segunda división con la desvinculación de muchos fans y la ruptura de varias peñas internacionales

Dagoberto Escorcia

Lunes, 20 de mayo 2024, 14:12

Dentro del gran número de clubes de fútbol que se autoproclaman diferentes, el St.Pauli verdaderamente es una entidad distinta e incomparable, como en el barrio que habita, como lo fueron los Beatles, que hicieron sus primeros pinitos a orillas del río Elba y en ... la calle Reeperbahn, la llamada 'milla pecaminosa' de Hamburgo. Tiene lemas como «los refugiados son bienvenidos» o «ninguna persona es ilegal». Llevaba 13 temporadas en segunda división. Pero el domingo pasado, tres días antes de cumplir 114 años, el Sankt Pauli, hasta ahora el segundo club de la ciudad, consiguió el ascenso soñado para jugar la Bundesliga la próxima temporada.

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El St. Pauli es auténtico por muchos motivos. Esta temporada ha recuperado un lugar en los medios informativos no solo por haber salido del agujero de la Bundesliga 2, sino también porque la institución y su masa social se han implicado en el conflicto árabe-israelí, lo que ha provocado la desvinculación de muchos fans y la ruptura de varias peñas internacionales, entre ellas la de Bilbao. El club condenó a través de un comunicado oficial los ataques a Israel por parte de Hamás, pero aún no ha manifestado su opinión en contra de la durísima reacción y ofensiva israelí en la franja de Gaza que ha dejado más de 30.000 muertos, entre ellos 8.800 mujeres y 13.230 menores de edad, además de 132 periodistas y 340 trabajadores sanitarios.

Es tan genuino el St. Pauli que siempre se ha proclamado de ultraizquierda, un club rebelde, bandera del antifascismo, del antirracismo, en contra de la homofobia y del sexismo. Toda una entidad que abraza conceptos que marcan un gran contraste con otros clubs del mundo. Por ejemplo, el brazalete que luce el capitán, el australiano Jackson Irvine, no lleva unos colores cualquiera. Son los colores de la bandera que distinguen al colectivo LGTBIQ+. Tan especial es el St. Pauli que hasta la revista Rolling Stone en español publicó un reportaje a propósito de su ascenso que tituló: 'St. Pauli, el equipo antifascista alemán que sale a la cancha con un tema de AC/DC, volvió a Primera A', y en el que narra curiosidades musicales.

Cuando sus jugadores saltan al Millerntorn-Stadion lo hacen bajo el sonido de 'Hells Bells' (campanas del infierno), un tema con una letra diabólica. Cuando marcan un gol lo celebran con la canción mítica del FIFA98 Road to World Cup, 'Song2' de Blur, que canta Damon Albarn. Regresan al vestuario al final de la primera parte con '54-46 That's My Number', un himno skinhead de Toots and the Maytals. Y saltan a disputar la segunda parte del partido con el estruendoso tema de la banda italiana Los Fastidios titulado 'Antifa hooligan'.

Peña en Argentina

Toda esta cultura musical, que cautiva a rockeros, punkys, skins, también hace diferente al St. Pauli, que incluso tiene una escuela de música en su sede, y en Spotify se encuentra un podcast y dos playlist dedicadas al club. Pero quien probablemente defina mejor la filosofía y el 'modus vivendi' del St. Pauli es Jairo, un argentino, que trabaja de administrativo en Buenos Aires y lidera la peña 'Piratas del Sur'. Jairo vivió en Hamburgo cuatro años, suficientes para creer en el club. En conversación con El Correo, explica cómo un argentino, donde el fútbol es una religión, se convirtió en hincha del St. Pauli: «Comencé a leer en los diarios que hablaban del club más progresista del mundo, el que es más de izquierdas y empecé a seguirlo. Nunca me importó la posición, que estuviera en Segunda, si ganaba o perdía, lógicamente que todos preferimos la victoria. Pero si fuera por los resultados seguramente no lo seguiríamos. Soy del St. Pauli más por lo extra futbolístico, por lo que lo hace más grande. Todos los argentinos que lo seguimos caímos por la vinculación política del club más que por lo deportivo».

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A Jairo le cayó una lotería muy especial, que confirma lo diferente que es este club de Hamburgo. Pudo ver el partido en el que el St. Pauli confirmó su vuelta a la Bundesliga gracias a que unos amigos que dejó en la segunda ciudad más importante de Alemania costearon su viaje: «Cada día me comentaban 'tenés que venir', y yo les decía que no podía, que estaba sin dinero, que acababa de arrancar en un nuevo trabajo. Y comenzaron a juntar vasos, en los que venden las cervezas y si los devuelves te dan dos euros por ellos. Juntaron el dinero con parte de la devolución de los vasos y otras personas que pusieron dinero. Y pude ir y ver ese partido». En algunos de esos vasos, en los que destaca la calavera pirata, reza el lema 'no hay fútbol para fascistas'.

La peña 'Piratas del Sur' es de las que también se ha pronunciado, aunque algún medio ha afirmado que no, sobre el conflicto israelí-palestino. «Nuestra posición es que no vamos a ponernos ni de un bando ni de otro. Estamos en contra de los terroristas de Hamás como de la política de Netanyahu. Con el club podemos o no coincidir con ciertas cosas. Tampoco nos pronunciamos en otros conflictos bélicos como el de Rusia y Ucrania, de Haití o Yemen. Pero se nos pide a nosotros, y no entiendo por qué no a otros equipos. La posición del club no ha sido de apoyo implícito a Israel. Hay una solidaridad con los civiles muertos en el ataque del 7 de octubre. Como también solidariza con la gente de Gaza. No hace falta coincidir con todo. St. Pauli es un oasis en el mundo del fútbol. No es un club perfecto».

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La gran diferencia es el St. Pauli, donde todo va de abajo hacia arriba, desde su afición hasta los dirigentes que adoptan las posiciones de la gente. Ya lo dijo Ewald Lienen, exfutbolista y hoy director deportivo del club: «Aquí la democracia se vive en todas sus consecuencias. Quien no entiende esto no ha entendido el St. Pauli». La frase también sirvió a los escritores Natxo Parra y Carles Viñas para la portada de un excepcional libro titulado 'St. Pauli, otro fútbol es posible'.

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