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Afectado por un interminable rosario de lesiones, el Real Madrid volvió a desplegar un extraordinario ejercicio de resiliencia para completar un 2024 inolvidable. Ganador de la Champions, la Liga, las dos Supercopas y la Copa Intercontinental, el conjunto de Chamartín solo se dejó sin conquistar ... la Copa del Rey en un exitoso periplo que adquiere mayor dimensión aún tendiendo la vista hacia agosto del año anterior.
Aquel fue un mes especialmente cruento que pareció poner en jaque el proyecto de Carlo Ancelotti justo al inicio de la tercera campaña del estratega italiano en su segunda etapa al frente del Real Madrid. El día 10, cuando faltaban poco más de 48 horas para que el curso 2023-24 alzase el telón, los desgarradores gritos de Thibaut Courtois en la Ciudad Deportiva de Valdebebas helaron los corazones de sus compañeros. Fruto de una acción fortuita mientras los blancos preparaban el partido de la primera jornada de Liga frente al Athletic, el belga se rompía el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda. Dos días más tarde, en San Mamés, Éder Militao sufría la misma lesión. De un plumazo, el Real Madrid perdía a su portero estrella y a uno de sus centrales de mayor jerarquía. Cuatro meses después, era David Alaba el que reproducía el calvario en un duelo liguero ante el Villarreal.
Así, sin tres de los cinco futbolistas que conformaron el cinturón de seguridad con el que alzó la Decimocuarta el 28 de mayo de 2022 en París, comenzó el Real Madrid este año 2024 que ahora toca a su fin. Con Carvajal y Mendy como únicos supervivientes de aquella retaguardia tras la que se parapetó Courtois para consumar su impresionante hazaña contra el Liverpool en el Stade de France, Ancelotti tuvo que levantar un nuevo escudo. Al rescate acudió Lunin, un cancerbero del que recelaba el técnico pero que acabó ganándole la partida a Kepa. El ucraniano materializó el 'sorpasso' al vasco en la Supercopa de España. En la final de ese torneo, con el eslavo bajo palos y una estelar actuación de Vinicius, el Real Madrid despedazó al Barça de Xavi Hernández para descorchar por todo lo alto un año en el que no se cansó de hacer cima.
Claudicó ante el Atlético en octavos de final de la Copa del Rey, pero en el resto de justas impuso un ritmo arrollador que dejó despanzurrados a una larguísima lista de adversarios. Precisamente el cuadro rojiblanco fue el único capaz de batirle en una Liga que el Real Madrid se llevó de calle. Certificó el alirón con cuatro jornadas de antelación y terminó superando en diez puntos al Barça, subcampeón, y en catorce al Girona, sorprendente tercer clasificado. Para conseguirlo no le hizo falta un nueve de primera talla mundial. En medio de la adversidad, el bloque de Chamartín se fortificó en defensa y creó una cooperativa goleadora. Catorce de sus futbolistas vieron puerta en el campeonato, con Bellingham (19) y Vinicius (15) como principales estiletes, sin olvidar las 10 dianas de Rodrygo y de Joselu.
El ariete gallego llegó de puntillas tras la salida de Benzema, pero acabó resultando determinante también en la Champions. Su supersónico doblete en la vuelta de semifinales ante el Bayern de Múnich abrió las puertas de Wembley para el Real Madrid, que se ciñó la Decimoquinta en el gran templo del fútbol inglés con goles de Carvajal y de Vinicius que tumbaron al Borussia Dortmund.
Producto de aquella conquista, el Real Madrid viajó a Varsovia, donde el 14 de agosto amarró su sexta Supercopa de Europa. Dicho torneo supuso el aldabonazo inicial de una nueva era. Allí, frente al Atalanta, se estrenó Kylian Mbappé como futbolista del Real Madrid y lo hizo por todo lo alto, anotando a pase de Bellingham el primer gol de un saco que presumiblemente acabará pesando una tonelada y por el que Florentino Pérez peleó con fiereza durante siete años.
El romance, que amenazó con irse tantas veces por el desagüe, acabó en boda el 3 de junio, cuando se oficializó el fichaje del crack de Bondy, y el banquete se celebró mes y medio después, concretamente el 16 de julio, cuando un Santiago Bernabéu abarrotado y todavía resacoso tras la conquista de la Eurocopa por parte de la selección española, se prosternó ante su nuevo ídolo. «Voy a dar la vida por este club y por este escudo», dijo el prodigio galo con los ojos hechos chiribitas aquella soleada mañana en la que cumplió «un sueño».
«Historia que tú hiciste. Historia por hacer», reza el himno de la Décima. La retirada de Toni Kroos y la llegada de Mbappé han contribuido a dibujar un Real Madrid que todavía está en fase de construcción. Cuatro meses después del inicio de la temporada, los blancos pelean por definir un nuevo estilo. O, como suele recordar Ancelotti, muchos, porque el suyo es un equipo camaleónico adscrito a un dogma por encima de cualquier otro: ganar a toda costa. Con muchas sombras aún por despejar y alguna que otra certeza, Carletto, que todavía anda degustando ese jamón ibérico superior a cualquier caipirinha, avanza en medio de otra tormenta de cruzados rotos que ha vuelto a cebarse con Militao y se ha llevado también por delante a Carvajal, mientras se afana por mantenerse al frente del transatlántico blanco.
Los resultados marcarán hasta dónde se prolonga la relación entre Carlo Ancelotti y el Real Madrid, pero de cara a una eventual sucesión del preparador de Reggiolo aparece una figura destacada por encima de cualquier otra. Xabi Alonso, excepcional metrónomo de los blancos entre 2009 y 2014 y alabado estratega que acabó con la leyenda negra que perseguía al 'Neverkusen', está llamado a regresar, posiblemente más pronto que tarde, a la 'casa blanca'.
Amalgama en su persona casi todas las cualidades necesarias para conquistar de nuevo a Florentino Pérez, que ya le convirtió en uno de los fichajes de campanillas que realizó cuando volvió a la presidencia del Real Madrid y tiene en su punto de mira la formidable percha del tolosarra. Forjado por entrenadores tan experimentados y dispares como Rafa Benítez, José Mourinho, Pep Guardiola o el propio Carletto, Xabi Alonso, con contrato hasta 2026 con el Bayer Leverkusen, doctorado en épicas remontadas y con numerosas 'novias', es el gran deseado cuando Ancelotti haga las maletas.
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