Próxima parada, Gimnástica

Unidad B o simplemente una variante, la UD Logroñés arrancó el encuentro con fijación por su carril derecho, en el que Beñat y Unai generaron tres situaciones que acabaron en saque de esquina, pero sin rematador. No tardó muchos minutos el equipo local en hacerse con el esférico ante un rival, el Laredo, que mantenía el orden, como en el día el Izarra, pero en liga. Así, el primer gol volvía a ser la llave que la UDL debía encontrar para abrir al rival, para jugar con ventaja y, sobre todo, para reencontrarse con el gol.

Sin suerte por la derecha, los locales probaron por la izquierdo. Primero, con un cambio de juego de Madrazo sobre Unai, pero este quiso rizar el rizo y se perdió en regates cuando la jugada pedía finalización; después con un disparo del propio Madrazo al primer palo. Tampoco, pero ahora finalizaban la jugada. Así, el gol abrelatas llegó de la forma más inesperada, por el medio. Todo nació en un despiste de Urcelay en campo propio, pero se rehizo, tocó lo justo el cuero para Yurrebaso, que le hizo pantalla en el punto del centro del campo y el vasco se fue directo y en solitario hacia Ángel y le superó con una vaselina. Un gran gol para un jugada repleta de errores.

El Laredo debía abrirse. Y la UD Logroñés, sentenciar. Yurrebaso pudo hacerlo tres minutos después, pero falló uno de esos goles que se hacen virales por redes sociales. Poner el interior sobre la raya de gol.Acabó alejándolo y acto seguido estrelló el cuero en la madera en segunda jugada. Había cambiado el partido y, aunque la UD Logroñés daba sensación de ser muy superior, el marcador no era definitivo.

Pudo evidenciarlo el atacante cántabro Diego en la primera acción del segundo periodo. Error de Titi en la salida, carrera de Girón, centro al área pequeña y enorme inocencia del atacante. Balón al cuerpo de Daza, que aun así lo atrapó en su segundo intento.

No le debió gustar el aroma de la reanudación a Diego Martínez, que apeló a la experiencia y el ritmo de Seguin, Ugarte e Iñaki. La respuesta fue inmediata. Comenzaron a llover balones al área cántabra, pero sin rematador. El aguacero se quedó en chaparrón pasajero. Le cuesta, además, elegir el momento del pase a este equipo. Una veces le sobra precipitación y otras le falta decisión.

«Que no». El grito de Diego Martínez se escuchó en todo el estadio. Seguía sin sentirse a gusto. Recurrió a su jefe de máquinas, Sarriegi, y a Jony. Seguía sin ver con nitidez el horizonte. Tampoco el Laredo, aunque incluyó a un punta de refresco, Argos. No daba el paso definitivo y mantenía seis hombres por detrás del balón.

Y pasó lo que pasa en ocasiones, que el equipo de superior categoría despierta y acaba con el partido. Iñaki corrió la banda y puso un balón raso al segundo palo para que Seguin lo colase en la red entre el palo y el portero. Finiquitado, aunque con matices futbolísticos.