La UD Logroñés tiene un grave problema

Mere Hermoso firmó una de sus mayores revoluciones en el banquillo y, desde luego, la más importante de la segunda vuelta en busca de un golpe de timón. Naufragio. No varió el dibujo, pero si las lesiones de Serantes y Fran Rodríguez abrieron los cambios en portería y defensa, además el técnico gaditano quiso elevar el grado de sus decisiones al incluir a Pinillos en detrimento de Iñaki y a Rodri Ríos en punta de un ataque en el que sí estuvo Aridane, pero no Guarrotxena y Dubasin, ausencias extraordinarias, sobre todo la del belga. Tampoco varió la idea y mantuvo ese corsé que le llega a ser un equipo de enorme pobreza táctica.

Si bien fue el conjunto local el que primero buscó el gol con un lanzamiento lejano de Añón al que respondió Miralles, el once riojano rescató con rapidez virtudes como la segunda jugada o el robo alto. A la prolongación de Aridane respondió Rodri rematando con su bota derecha. Poco después, el propio Rodri robaba el cuero en la salida de Bourdal y lanzaba a Alfaro, por la izquierda. Ramos no precisó el disparo, aunque se le fue por muy poco. Era en esos momentos la UD Logroñés un equipo con más ritmo y empuje que el de su último partido. Esos momentos, porque desde el minuto 10 ya estuvo a merced del rival en mayor o menor intensidad.

El Talavera se presentaba como un conjunto de gran movilidad en ataque gracias al trabajo de Pichín, Añón, Rodríguez y Toño Calvo, pero más estático en defensas. Si robaban cerca de Miralles su llegada era inmediata; pero si perdían el cuero, la UD Logroñés también llegaba con rapidez. Insistía la UDL por la izquierda sobre todo con Pinillos y Alfaro, si bien no finalizaba. El acierto es otra virtud, como mostró Rodrigo, el máximo artillero local al cumplirse la media hora de juego. Los riojanos abusan del pase de seguridad, cómodo, fácil, hacia atrás hasta ser peligroso, pero contra sí mismo. Rueda quiso jugar en paralelo con Arregi junto al círculo central. No llegó el balón a destino. Lo robaron los locales, salieron con rapidez sin oposición alguna, sin un medio centro o central al que medirse. Libres, por medio. Llegaron al área y ahí. Toño Calvo rompió a Rueda con un pase a su espalda y Rodrigo marcó de disparo cruzado. Error en la salida y gol en contra. Habían llegado a la ayuda de la zaga, pero se quedaron parados pidiendo fuera de juego. Y parados al ver que el gol subía al marcador.

La actitud de espera no varió. Se fue el Talavera a vestuarios mandando y regresó mandando. Advirtió Añón y respondió Miralles. Un calco del inicio del partido. Le tomó el relevo Calvo. La UD Logroñés carecía de iniciativa. Ni por necesidad ni por genio. El once local se sentía tan cómodo que firmó su gol tras tocar y tocar ante un adversario cuyos jugadores llegaban a la zona de balón, pero no lo pelean. Pocas cosas hay más graves. Se ven superados. El desenlace fue el conocido. Toño Calvo, otra vez, buscó a espalda de Rueda y Añón picó el balón ante la salida de Miralles. Gol y sentencia.

De nada sirvió sentir el fracaso instalado en la mente. Cambió piezas Hermoso. Dio entrada a Dubasin, Guarrotxena, Iñaki y Diamanka, pero solo en los últimos minutos doblegó a un rival que ya no tenía necesidades, salvo esperar una buena contra para anotar el tercero. No llegó, aunque tampoco el gol de la UD Logroñés. Lo intentó por alto y a balón parado. Sousa intervino en dos ocasiones, sobre todo en la segunda evitó el gol de Dubasin, pero poco más.

La UD Logroñés llegó tarde a Talavera, como a Lezama, a Villaviciosa y otros campos. Esta vez no se fue antes del partido en sus últimos minutos, pero daba igual porque llegaba muerto. Cinco puntos desperdiciados en los dos últimos partidos. Para repetir fracasos anteriores solo restan justificación y propósito de enmienda. Y, por supuesto, disculpas. Lo de siempre.