La UD Logroñés gana sin completar el cambio

Albert Aguilá dejó patente su idea en su primer once inicial. Apostó por Álex Daza, portero del filial, rescató a Jorge Herrando para la salida de balón, ensanchó el campo con Alfaro y Siddiki, los dos extremos más puros con los que cuenta, dio prioridad a la posesión con Cano y Guarrotxena por dentro y dejó la responsabilidad de la definición a Dubasin. Repitió hombres, pero con una idea totalmente diferente a la esbozada en los treinta partidos anteriores. Personalidad, para bien o para mal. Incluida la inclusión del decisivo Iñigo Sánchez.

La UD Logroñés asumió la posesión desde el primer momento, bien para atacar en estático, bien para transitar, bien para defender, pero siempre cuidando el esférico. Volcó el juego en esos primeros minutos por la derecha, buscando a Jesús Alfaro, que dispuso de las dos primeras ocasiones claras para marcar, pero ni cuando ganó la espalda a Luna ni cuando recibió el balón tras recuperación de Cano fue capaz de superar a Zabal.

La idea era clara: tener el esférico para desactivar al rival y para activar el juego propio. Entró la UDL, jugando desde atrás, en un bucle de llegadas carentes de remate, porque de haber acertado en los últimos metros, el resultado al descanso hubiera sido decisivo. Dubasin no culminó, incomprensiblemente, en boca de gol una combinación de Siddiki e Iñaki dentro del área con centro el capitán; y despues el belga pudo marcar hasta en dos ocasiones más. No superó al portero navarro en el mano a mano después de un servicio de Alfaro y tampoco marcó con un remate de cabeza en el segundo palo, tras peinada de Rueda. Gualda despejó el esférico sobre la raya de gol. La UD Logroñés llegaba por bandas, con juego de toque, con transiciones rápidas, en balones en largo a la espalda y en acciones a balón parado. Variedad.

Muchos argumentos, aunque sin el principal, el que define, el gol. No era el equipo riojano un bloque atenezado, presionado por Las Gaunas, limitado con el balón en los pies, sino un bloque que, incluso, desde la grada daba la sensación de disfrutar con lo que estaba haciendo, pero con la pena de no marcar. Pena debió sentir Guarrotxena cuando mandó el balón a la grada en fantástica posición tras dos recortes de Alfaro pegado a la línea de fondo. Cantaba la grada, aunque el cantico no era pleno, pero sí confiado o, al menos, esperanzador.

Sin embargo, la esperanza dejó pasó a la duda, porque la UD Logroñés mutó tras su paso por vestarios y fue cayendo en la prisa y perdiendo claridad mental con el paso de los minutos. La fluidez de la que había hecho gala se esfumó. Fluidez, cercanía en los apoyos, circulación rápida y profundidad por las bandas.

El Tudelano creció. Vio que el once local perdía peso sobre el césped. Alfaro ya no percutía por la derecha y Siddiki malograba sus opciones. O no medía bien el número de regates o se dejaba el balón atrás, pero en ningún momento superaba a Yasin. Y para completar el giro, el temido error defensivo aparecía para generar un clima de mayor inseguridad. Al fallo de Rueda respondió Caballero con un disparo a la derecha de Daza. Suspiros de alivio en Las Gaunas. Había cambiado el escenario y ni siquiera Guarrotxena, que calcó su disparo alto de la primera mitad, pero esta vez a pase de Paolo, pudo cambiar la inercia.

Para ese momento, Rodri ya estaba en el césped. Se abría el carrusel de cambios de nombres y tácticos. Aguilá buscaba soluciones. Se sumaban Aridane y Arregi para pasar a jugar con tres centrales, con Alfaro e Iñaki en los carriles, pero quien de verdad tornó la decepción en ilusión fue Iñigo Sánchez. El canterano necesitó un balón dentro del área para amagar el centro, volar el balón al corazón del área para que Rodri rematase y Zabal evitase una vez más el gol, aunque no el segundo remate de Guarrotxena, que con ambas piernas arrastró el balón a las redes. Pudo rematar la faena Dubasin, pero ayer no era su dia. No fue necesario.