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La de Janos Beke Radenkowics es una historia unida a nombres tan ilustres como los de Puskas o Kubala, vecino de su calle en Budapest, en la época en que los futbolistas húngaros maravillaban al mundo mientras los tanques soviéticos invadían el país para evitar ... los alzamientos contra el yugo comunista en 1956.
Con una vida que supera la ficción, el delantero llegó a La Rioja y al Club Deportivo Logroñés para entrenar a un equipo que contaba con su hijo, Janos Beke Bustos, y con Juan Hortelano como propietarios y gobernantes de un club en pleno proceso de liquidación y de desaparición.
Su vástago era propietario, entre otras cosas, de una web de cine para adultos (busxcador.com, dentro de la empresa multimedia 'Tanako Corporation) que en su momento se postuló para figurar en las camisetas como patrocinador del cuadro blanquirrojo, con el consiguiente escándalo para aficionados y autoridades locales. «El que se escandalice, que ponga dinero», sentenciaba entonces el empresario madrileño Hortelano.
Fue una época para olvidar aquella de la campaña 2004-2005, con un Logroñés sin campo en el que jugar por los problemas con el uso de Las Gaunas, con desalojo incluido del equipo de la colonia de Albelda en plena pretemporada, con licencias suspendidas en su tramitación por las deudas pendientes de pago... El final de la carrera de un Janos Beke al que su hijo hizo un regalo envenenado.
Beke falleció el pasado 6 de julio de 2021 en Torrevieja (Alicante), en donde vivía desde hacía mucho tiempo, a los 84 años, y ha sido recordado por algunos de los clubes españoles por los que pasó, como el Cádiz o el Valladolid.
Precisamente, fue el equipo pucelano su primer destino en España. Antes, el delantero del Vasas huyó del hambre y de Hungría, donde había nacido el 29 de agosto de 1936, a Austria escondido en los bajos de un camión, buscando un futuro profesional prometedor frente a la pobreza que dejaba atrás. Trasladado a un campo de prisioneros en Livorno (Italia), ejerció de cocinero mientras hacía exhibiciones junto a otros jugadores húngaros acogidos junto a él. Llegó a jugar con el Bolonia en la Primera italiana para luego fichar por el Rapid de Viena.
El Valladolid lo reclutó en una gira de los centroeuropeos en la que marcó cuatro goles a los castellanos, pero una grave lesión le impidió jugar apenas en los dos años que estuvo en el equipo. Su siguientes pasos le llevaron a Cádiz, Albacete y Badalona. Pese a sus limitaciones físicas, marchó a Holanda, en donde jugó en el Excelsior y el Feyenoord. Allí se retiró para iniciar su carrera como entrenador de equipos menores, destacando como un técnico duro y firme.
Se retiró finalmente en la cálida Torrevieja con su mujer española, pero su hijó le devolvió a los banquillos de un Logroñés en descomposición en una útima etapa de infausto recuerdo para el club y para el fútbol riojano.
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