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Lo ha sido prácticamente todo en el mundo del fútbol: jugador, entrenador, directivo, director deportivo, aficionado. Toda una vida dedicada al deporte rey que hoy –coincidiendo con su cumpleaños– recibe en Logroño una distinción en forma de presidencia de honor de la Asociación de Directores Deportivos de España. Lo que tú le das al fútbol, el fútbol te lo devuelve. Antonio Hidalgo (16/02/1943, Alfajarín) se pasea por la mitad de los campos de fútbol de España como el que entra en el salón de su casa. Saluda a unos y a otros. Es complicado que no conozca a alguien en cualquiera de los palcos a los que acude a ver partidos de fútbol, su pasión.
«Qué bueno que este tipo de homenajes se hagan en vida», dice Antonio Hidalgo con una medio sonrisa en la boca. Modesto y orgulloso a partes iguales, el que fuera extremo zurdo reconoce que cuando le dieron la noticia no supo qué decir: «Casi que dices 'no me lo merezco, no me lo merezco'. Bueno, pues si ellos piensan en mí, pues es de agradecer».
Aragonés de nacimiento, «en Alfajarín, mi pueblo, también me quieren hacer un homenaje», Hidalgo supo que Logroño sería su casa, en mayúsculas, nada más pisar la capital riojana. «Logroño es el paraíso del futbolista decía yo cuando llegué, aquí cumplí los 19 años. Me enamoré de Logroño a primera vista y tres cuartas partes de mi vida han transcurrido aquí», recuerda con cierto halo de nostalgia. La misma con la que rememora los mejores años del fútbol en esta región, con el Club Deportivo Logroñés en Primera División. «¡Mira cómo se puso el otro día con toda la gente del Deportivo! Logroño es una ciudad maravillosa. Fue un equipo tan simpático, que si volviese a estar ahí arriba, habría una fiesta todos los domingos», afirma. «Ojalá, ojalá».
Después de destacar en el Calasancio de la capital aragonesa, «no había límite de edad ni categorías y jugábamos alumnos de 14 y de 35 años», lo fichó el Real Zaragoza, que lo cedió al Logroñés. Apaño militar de por medio para que realizara la mili en la capital riojana, en su cuarto año con el Logroñés se logró el ascenso a Segunda División. «Es curioso que siempre que se habla del ascenso a Segunda División se habla del gol de Pita, pero años antes ya conseguimos un ascenso a Segunda», explica. «Además me hice con el balón de aquel partido, donado al museo del Logroñés, que lo tenía Deportes Helios. Y yo, pesado, pesado, pesado, hasta que me lo dieron», repasa mentalmente.
Los 'Cinco Magníficos'
En el Real Zaragoza Hidalgo coincidió con los 'Cinco Magníficos': Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra. Un equipo histórico en la capital maña y en todo el fútbol nacional. Como Hidalgo jugaba en la misma posición que Lapetra, tuvo que salir del Zaragoza para disfrutar de minutos de juego.
«En un partido televisado, en junio, le meto dos goles al Granada –6-0 ganamos– y me ficha el Granada en Primera División. Y hago la mejor temporada de mi vida en Primera División». Al finalizar esa temporada, su empeño de triunfar en el Zaragoza, le lleva a no renovar por el Granada y, después de muchas carambolas, acaba en el CD Puertollano. «Le llamaban el Madrid de la Segunda División, porque pagaba más que equipos de Primera. Cobré más en el Puertollano que en los mejores tiempos del Zaragoza y del Granada», repasa Hidalgo.
Tras pasar el siguiente año en el Villarreal, Hidalgo termina en el Tudelano. «Si no había playa, a mí no me gustaba fichar por un equipo, pero en el Tudelano estaban Santos e Irusquieta, que venían del Zaragoza de los 'Cinco Magníficos' y fue un año inolvidable... ¡pero de fiesta!» Y luego fue a Menorca y Melilla donde terminó su carrera: «Me lesioné en Jaén tenía 34 años y no quise perder tiempo en recuperaciones y me retiré».
Antonio Hidalgo recoge hoy la presidencia de honor de la Asociación de Directores Deportivos Españoles, una actividad que realizó sin saberlo. «Yo he sido entrenador en Segunda B con el Arnedo y estaba solo, no tenía ni segundo entrenador, ni entrenador de porteros... Y ahora ahí, en las fotografías, cuando celebran un título, salen 20 jugadores con el uniforme y 30 con chándal del cuerpo técnico», advierte.
Los entrenamientos
«¡Qué bonito sería el fútbol si no fuera por los entrenamientos!». Antonio Hidalgo bromea sobre la profesionalidad de los jugadores de su época y de la actual. «Yo creo que una persona que se cuide, que tenga un poco de talento natural y que se mantenga un poco, sea físicamente fuerte, si es disciplinado puede llegar a jugar muchos años».
Y para comparar, recuerda que «lo de entonces era otra vida, era fiesta, fiesta, fiesta. Nosotros terminábamos el entrenamiento y tocaba vermú, como si fuese una fiesta. Teniendo tanto dinero como el que ganabas, pues hacías un vermú maravilloso, comidas maravillosas, cenas maravillosas, fiestas maravillosas».
Hay dos jugadores que marcaron a Antonio Hidalgo para siempre. «Yo tenía dos ídolos. Como yo jugaba de extremo izquierda tenía dos jugadores que reverenciaba: Gento, porque era de mi estilo, rápido. Y Lapetra... Lapetra ha sido mi ídolo, es mi maestro... pero era más organizador. Salía con el número 11, pero no era un 11, era más un 10, como dicen los argentinos», describe Hidalgo con un brillo especial en los ojos. Ese brillo que se asoma cuando hablas de lo que te apasiona, de lo que ha sido tu vida, cuando hablas del fútbol.
logroño. Los aficionados más jóvenes pueden tener la tentación de pensar que el fútbol ha sido siempre igual, pero en realidad el deporte del balompié ha ido evolucionando y, partes del juego que ahora damos como normalizadas, antes no lo eran. Por ejemplo, Antonio Hidalgo explica que cuando empezó a jugar a fútbol no había cambios. «Cuando fiché por el Zaragoza coincidí con los cinco magníficos –Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra– y no tenía sitio en el equipo porque yo jugaba en el mismo puesto que Lapetra y entonces no había cambios, salvo la opción de cambiar al portero si se lesionaba», recuerda. «Pero Carlos Lapetra, que era un fenómeno, me quería mucho –continúa–, y me decía, tú Antonio no te preocupes que vas a jugar los cinco partidos para que cobres (tenía una prima firmada por jugar cinco partidos)».
Luego llegaron al fútbol las tarjetas. «A mí me preguntaron que qué me parecía. Les dije que genial, que a los delanteros nos vendría bien porque somos los que más recibimos», confiesa.
Hidalgo se casó con Esther Gómez, dueña de la Mariposa de Oro. «Así que todo el mundo te conoce. Todos los futbolistas y todos los seleccionadores que han pasado, hasta la época última de Rubiales y Luis Enrique, con los que por edad y por circunstancias no he tenido amistad, todos han probado los pasteles porque yo iba con ellos como emblema. Mi emblema eran los milhojas y los canutillos», dice Hidalgo con orgullo.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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