Millones de futboleros de todo el mundo aguardaban con ansia e inquietud el regreso de su pasatiempo favorito. ¿Cómo sería ver rodar de nuevo el balón en estadios desprovistos de la pasión de los aficionados? El fervor de las gradas, aliado imprescindible en un ... sinfín de gestas que han convertido una sencilla práctica en el deporte rey, se ve obligado a dejar paso en tiempos de pandemia a un estremecedor silencio roto sólo por los gritos de los jugadores, las órdenes de los entrenadores e incluso del trino de los pájaros. Alrededor del césped, un vacío antinatural donde antes proliferaba el jolgorio. Los nuevos tiempos demandan creatividad a fin de mantener el alma de una disciplina que vive por y para sus hinchas. Pero a algunos se les puede ir la mano, como acaban de comprobar en Corea del Sur.
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Los responsables del FC Seoul, de uno de los clubes más potentes del fútbol surcoreano pensaron que sería una buena idea paliar la carencia de aficionados salpimentando con maniquíes como los que se utilizan en los escaparates de las tiendas los asientos del Estadio Mundialista durante el partido que midió el fin de semana al conjunto de la capital surcoreana con el Gwangju en la segunda jornada de la K-League, en el que los locales terminaron imponiéndose por 1-0. Tal vez no pudieran espolear a los futbolistas con sus cánticos de apoyo, pero al menos aportarían una nota de color y aliviarían la frialdad de un recinto vacío.
El tiro les salió por la culata. Los maniquíes, que no pretendían otra cosa que ofrecer un elemento de diversión, fueron distribuidos por el recinto guardando la distancia de seguridad recomendada a las personas para evitar contagios de la Covid-19. Iban pertrechados con mascarillas y vestimentas oficiales del club, siendo dispuestos en las poses que cualquier aficionado adoptaría para estimular a sus ídolos. Nada que objetar por el lado de la higiene.
El problema surgió cuando quienes contemplaban el partido por televisión se dieron cuenta de las connotaciones sexuales de ese público de pega. Muchos de los maniquíes no eran sino muñecas hinchables que el proveedor le había colado al club. Las reacciones de estupor no se hicieron esperar entre atónitos espectadores que utilizaron las redes sociales para denunciar una situación esperpéntica. No sólo es que se tratase de juguetes eróticos, sino que algunas de esas muñecas hacían publicidad de webs porno.
La avalancha de críticas obligó al club a pedir perdón. El FC Seoul argumentó que lo sucedido se debió a la falta de atención a la hora de revisar el material que les había enviado el proveedor, si bien reconoció que se trató de un error injustificable. La entidad prometió tomar medidas para que algo así no vuelva a repetirse en el futuro. Mientras tanto, la K-League, que inició su temporada el 8 de mayo, seguirá este fin de semana su andadura, tratando de pasar página tras el partido más picante de su historia.
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