Secciones
Servicios
Destacamos
Todo el mundo recuerda a Jesse Owens pero nadie recuerda a Milton Green. Owens fue el afroamericano que en 1936 demostró frente a Hitler que la superioridad de la raza aria era un mito al conseguir cuatro medallas de oro en los Juegos Olímpicos de ... Berlín. Green fue un atleta judío estadounidense seleccionado para participar en los mismos Juegos Olímpicos. Se negó porque sabía, como el resto del mundo que quería saber, que los judíos bajo la Alemania nazi habían perdido todos sus derechos y que ya desde 1933 ni siquiera podían formar parte de clubs deportivos. No hubo titulares sobre la decisión de Green, la prensa estadounidense no le entrevistó ni le pidió declaraciones. Celebramos el triunfo de Owens y olvidamos que hubo un Green, que si Owens y otros atletas afroamericanos participaron en los juegos fue, en parte, porque no veían demasiada diferencia entre el racismo nazi y el de las leyes raciales de Estados Unidos; también olvidamos que el mismo Owens a su vuelta a Estados Unidos perdió su estatus profesional y acabó compitiendo contra caballos para ganarse la vida. Los Juegos Olímpicos de 1936 fueron una gran campaña de propaganda de la Alemania nazi, sobre todo para reafirmar el hitlerismo en suelo alemán, pero también una gran campaña publicitaria para la «democracia» estadounidense al presentar a sus jugadores afroamericanos como supuestos iguales, mientras que en los estados sureños el Ku Klux Klan los linchaba, ahorcaba y quemaba vivos.
Alfredo Ayala era un argentino que en 1978 estaba secuestrado en el centro clandestino de detención de la ESMA mientras a pocos metros se celebraba el Mundial. A Ayala, como a otros detenidos, sus torturadores le llevaban a los estadios para ver si alguien de su entorno se le acercaba y así multiplicar las detenciones. A su alrededor la gente coreaba feliz a la selección y así la brutal dictadura argentina enseñaba al mundo «el Mundial de la paz», como lo llamó Rafael Videla en su discurso inaugural. En el mes que duró el Mundial la dictadura «desapareció» al menos a cincuenta personas.
No voy a comparar el régimen de Qatar a la Alemania de Hitler, los Estados Unidos de las leyes Jim Crow, o a la Argentina de Videla. Cada régimen tiene su contexto y sus particularidades, la magnitud de los horrores de cada país es bien diferente, algunos incomparables. Sé, además, que al lado de Arabia Saudí, Qatar es un país en el que las violaciones de derechos humanos no son tan flagrantes y que se han tomado algunas medidas para corregirlas. Sin embargo, la comunidad internacional sabe que Qatar dista mucho de ser una democracia (la misma familia reina desde el siglo XIX), no hay libertad de expresión, y son bien conocidas las violaciones de derechos humanos que afectan principalmente a tres colectivos; las personas migrantes en condiciones laborales pésimas; las mujeres, que todavía viven bajo un régimen tutelado por varones; y las personas LGTBIQ, que sufren discriminación y persecución. Como cualquier dictadura, el régimen catarí se presenta ante la comunidad global como tolerante y magnánimo, tan legítimo como cualquier democracia de Occidente. La situación de migrantes, mujeres y personas LGTBIQ responde, según la propaganda oficial, a las particularidades de su economía y sus tradiciones.
Mientras se prepara el evento y se celebra, Qatar dirige la atención a la construcción de estadios de lujo, la seguridad y el orden en las calles, el buen clima, la hospitalidad de los organizadores, sus avances en modernidad y derechos humanos, etc. Los mensajes se organizan para tapar aquello que desde aquí consideramos reprensible. Pero sabemos. La información está ahí, disponible. Cuando Green decidió boicotear las Olimpiadas seguro que la gente pensó que exageraba, que no era para tanto, que estaba mezclando deporte y política. Ahora le daríamos la razón. Lo que me pregunto es cómo se verá la celebración en Qatar de este Mundial dentro de cincuenta años, si alguien escribiendo un artículo buscará a un Green que no quiso ser cómplice de un régimen que somete a las mujeres a la voluntad del hombre, que maltrata a sus migrantes hasta el punto de dejarlos morir en construcciones faraónicas y que persigue y humilla a las personas no heterosexuales. Tan solo me lo pregunto, nada más.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.