Pedri cumplió este viernes 20 años. Gavi hizo 18 en agosto. Dos niños en el Mundial con un balón como mejor forma de expresarse. Entre ambos suman 38, sólo un poco más que la edad de Sergio Busquets, el capitán de España que les enseña ... y les arropa, también en el Barça. El maestro de Sabadell, curtido en mil batallas internacionales, tiene a su lado en el campo a dos alumnos aventajados que son esponjas en el aprendizaje pero que al mismo tiempo no dejan de hacer diabluras.
Publicidad
En su caso la formación no está reñida con la diversión. Instrucción y travesuras a partes iguales para moldear su paso a la madurez. Busquets les vio ante Costa Rica y tuvo claro que a pesar de que son todavía unos niños ya podía empezar a soltar cuerda, dejarles su espacio para que aprendan a rehacerse cuando cometan errores. En su debut en el torneo en el Al Thutama Stadium se lo pasaron en grande. Como con los videojuegos en el cuartel general de la Universidad de Qatar.
En las fachadas de los rascacielos de Doha lucen imágenes enormes con los astros de la Copa del Mundo, algunas en movimiento. Versiones gigantescas de Leo Messi con la camiseta de Argentina, de Neymar con la de Brasil, de Cristiano Ronaldo con la de Portugal, de Lewandowski con la de Polonia... Hay selecciones que se resumen en los nombres de sus estrellas. En La Roja no hay ninguna clara que destaque en su firmamento. Al menos de momento, no hay alguien indiscutible que la defina.
Sin embargo, la organización de la cita planetaria en el emirato del Golfo Pérsico -y también los patrocinadores- han apostado sin dudarlo por Pedri como cíclope español en la city. El canario (Tegueste, Santa Cruz de Tenerife) emerge en la cara principal de un edificio central del espectacular skyline de la capital catarí en medio del desierto. Conduce un balón y 'mira' sin complejos al resto de titanes, conscientes de que ese chaval tímido con aspecto de despistado y con tendencia a enrojecer en las distancias cortas reinará muy pronto entre los colosos del fútbol.
Pedri se encoge de hombros cuando le plantean si haber sido elegido como icono del combinado nacional en Qatar le supone una presión añadida a la que ya puede tener por estrenarse en un Mundial, el evento deportivo por excelencia. Él le quita importancia con una media sonrisa. No sabe muy bien cómo tomárselo. Quizás todavía no es consciente de lo que ha conseguido en tan poco tiempo. Al azulgrana le cuesta mucho abrirse, prefiere hablar en el campo, su entorno natural.
Publicidad
También le preguntaron en un acto con tintes comerciales cómo se imagina que sería su avatar en el indefinido metaverso. Y ahí lo tiene claro: «Un joven siempre jugando al fútbol con los amigos». Gavi (Los Palacios, Sevilla) es uno de los mejores. El fútbol les ha unido en el Barcelona y han forjado una hermandad que se nota cuando están juntos. En los entrenamientos, en los partidos -lo que hicieron frente a Costa Rica fue extraordinario al margen de la endeblez del adversario- y también fuera del terreno de juego. Dos niños y un destino.
El andaluz va de récord en récord. Debutó en su equipo y en La Roja sin haber alcanzado todavía la mayoría de edad. Desde entonces ha recogido el Trofeo Kopa en la gala del Balón de Oro como mejor jugador menor de 21 años y ha sido reconocido con el Premio Golden Boy. El miércoles se convirtió en el segundo futbolista más joven en hacer un gol en un Mundial, sólo por detrás de una leyenda como Pelé. «Me lo han dicho en el vestuario, es un honor estar en ese podio», declaró al término del choque frente a los ticos, en el que fue nombrado MVP.
Publicidad
Su amigo Pedri representa la calidad balsámica, el talento mayúsculo en un cuerpo delgado y espigado. Siempre está bien colocado y su visión es magnífica. Gavi, por su parte, encarna la fuerza física, una roca casi irrompible que siempre mira hacia delante y con llegada al área. Defensivamente también es un portento, aunque debe atemperar su carácter volcánico en muchas fases de los partidos. Ambos forman la pareja perfecta en el centro del campo de La Roja a las órdenes del experimentado Busquets. Un triángulo excelso que juega como los ángeles y que también hace jugar. Los tres integran la columna vertebral en la que Luis Enrique ha depositado buena parte de su ideario.
El entrenador asturiano elogia a los dos chicos de oro cada vez que tiene oportunidad. Lo hace, en cualquier caso, con mesura desde el convencimiento -siempre lo dice- de que «el halago debilita». Ambos representan el imprescindible relevo generacional en una selección que quiere mirar al futuro.
¡Oferta 136 Aniversario!
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.