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Iván Orio
Enviado especial. Doha
Lunes, 21 de noviembre 2022, 00:42
Aymeric Laporte (Agen, 1994) se nacionalizó español el 11 de mayo de 2021 y trece días después Luis Enrique le incluyó en la lista para la Eurocopa de la pandemia. Fue un proceso exprés en su tramo final pero que se había cocinado tiempo antes, ... cuando el central del Manchester City entendió que las puertas de la selección francesa estaban cerradas a cal y canto después de varias convocatorias en las que había depositado grandes esperanzas pero en las que su nombre nunca terminaba de aparecer.
Fue el propio entrenador asturiano el que a través de la Federación sondeó al exfutbolista del Athletic para conocer su disposición a dar el paso. Le quería en La Roja. Y lo demostró en la competición continental multisedes. El defensa fue el único jugador que disputó todos los minutos y sus actuaciones, con gol incluido en el último partido de la fase de grupos ante Eslovaquia, fueron claves para llegar a semifinales, donde se cayó ante Italia, a la postre campeona, en la tamnda de penaltis. Año y medio después es el nuevo sheriff de la retaguardia en Qatar.
Hacía más de una década que los responsables federativos le habían situado en su radar. No terminaron de localizarle, aunque los intentos se sucedían de forma periódica. El defensa, captado y moldeado en Lezama, acudía regularmente a las convocatorias de los combinados nacionales galos en todas sus categorías inferiores. Jugó 51 partidos, 19 de ellos con la sub'21, antesala de 'Les Bleus', donde había un muro infranqueable llamado Didier Deschamps. Llegó a convocarle hasta tres veces pero no le hizo debutar. El jugador expresó varias veces su decepción por no haber dado el salto definitivo a la absoluta, hasta que tomó la decisión de dar el sí a La Roja.
Desde que se desgajó la extraordinaria pareja de centrales que conformaron Gerard Piqué y Sergio Ramos, determinantes en los años dorados de la mejor España, el baile en el eje de la trinchera ha sido constante y, a día de hoy, todavía no hay un dúo que se pueda considerar indiscutible. Pero de lo que hay duda en el Mundial de Qatar es de que, salvo que surjan problemas físicos, Laporte va a ser un fijo en las alineaciones de Doha.
La confianza del técnico gijonés en él es absoluta. La demostró ya días antes de la Eurocopa, cuando le cuestionaron sobre si no temía una eventual falta de compromiso del recién llegado por ser francés –o más bien por no haber nacido en España– y respondió por su profesionalidad sin titubear. Recientemente, al hacer pública la lista para la Copa del Mundo, no ahorró elogios al explicar los motivos por los que le ha elegido. «Es un jugador top, teníamos claro que tenía que estar», resumió.
Diferentes combinaciones
Desde la cita continental el seleccionador ha apostado por diferentes combinaciones, con Iñigo Martínez, que se ha quedado fuera de Qatar cuando parecía que tenía un sitio reservado, el siempre cuestionado Eric García y el irregular Pau Torres. La presencia de Guillamón, el teórico cuarto central en la concentración de La Roja, ha sido una de las grandes sorpresas de Luis Enrique. Laporte sólo ha faltado cuando ha estado lesionado. Como ha sucedido en el inicio de esta temporada, en la que se perdió un buen número de partidos en el tramo inicial de la Premier. El preparador nacional tenía claro que iba a esperarle lo que hiciera falta. Le ha dado galones.
Hay varios factores que explican la predilección del asturiano por el central zurdo del City, su potencia física, su colocación, su autoridad en el juego aéreo en la retaguardia y también en ataque, la salida del balón... Pero hay un componente que prevalece sobre el resto: su concentración durante los noventa minutos. Puede cometer errores, pero no son producto de la abstracción. Esta capacidad para no perder la atención es fundamental en un futbolista que debe bregar con delanteros de toda condicion y aporta fiabilidad y seguridad al colectivo.
Laporte llegó como un internacional novato a la Eurocopa pero enseguida se quitó el traje de principiante. Viéndole jugar nadie diría que era un recién llegado y casi no había dado tiempo para acostumbrarse a los automatismos que exige Luis Enrique y al 'modus operandi' del resto de sus compañeros, más acoplados aunque las listas fluctúen. Pronto se ganó su respeto. En este tiempo el exrojiblanco ha madurado y se ha ganado un puesto del que va a ser complicado derribarle. El futbolista de Agen tiene estrella y quiere una en su camiseta.
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