España sueña con una victoria en su debut en el Mundial y seguir sonriendo

Con estos desagradables precedentes, no es extraño que el choque de esta tarde (17 horas) ante Costa Rica en el estadio Al Bayt de Jor, una ciudad costera situada cincuenta kilómetros al norte de Doha, provoque un punto de tensión añadido al que ya provoca por sí mismo, con el misterio que le rodea en cuanto a su verdadero nivel competitivo, el equipo de Luis Enrique. Pocas veces las posibilidades de España en un Mundial se han visto con tantas dudas y tan diferentes vibraciones. No se recuerda semejante distancia entre los vaticinios funestos de los agoreros y las predicciones felices de los optimistas. Unos ven cayendo a la Roja en la primera ronda y saliendo del desierto catarí tirada por las mulillas, y otros la ven levantando la Copa del Mundo el 18 de diciembre.

Que desde los dos extremos se vea todo de manera tan opuesta es natural. Lo que no lo es tanto es que para la mayoría de los aficionados españoles, los que intentan ver las cosas con una cierta racionalidad y mesura, la selección de Luis Enrique les haga encogerse de hombros y mirarla con curiosidad, sin saber todavía lo que pensar de ella, lo que tiene dentro, si es o no unas de las grandes favoritas. Ahora bien, respecto a la trascendencia del encuentro de esta tarde contra los 'ticos', la coincidencia es plena.

Un rival peligroso

Ganar redoblaría los ánimos de un grupo que, al menos de puertas hacia fuera, destila buen rollo y optimismo, empezando por su entrenador. Observar a Luis Enrique es observar a un niño disfrutando del parque temático con el que ha soñado toda su vida. El asturiano siempre ha tenido un talante positivo y retador del que ha hecho gala, pero ahora parece particularmente confiado. Da la impresión de que se lo está pasando de maravilla, como nunca, tan bien que en ocasiones deja escapar un punto de sobreactuación. A su lado, Tite, Deschamps, Southgate y Fernando Santos parecen almas en pena. Y qué decir de Scaloni, que desde el monumental fiasco de ayer ante Arabia Saudí, tiene una poderosa razón para sentirse en el infierno, compartiendo angustias con el inventor de los muebles de metacrilato, como en aquella película de Woody Allen.

Lo que ocurre es que, entre tanta alegría española, se hace inevitable imaginar la conmoción que supondría una derrota contra Costa Rica, una selección peligrosa, con mucho oficio y un guión bien memorizado que pasa por defender muy juntos y buscar los contragolpes y los rápidos despliegues por las bandas. En la que será su última gran aventura juntos, los héroes 'ticos' de Brasil 2014 van a vender muy cara su piel. Nadie debería pensar otra cosa.

Al equipo de Luis Enrique sólo le vale la victoria si no quiere llegar al partido del próximo domingo contra Alemania (un cara o cruz) con un pie en el precipicio. El seleccionador no dio ayer pistas sobre su once inicial, como es su costumbre y la de la inmensa mayoría de sus colegas. En cualquier caso, y sin descartar sorpresas de última hora, tampoco hay demasiadas dudas. En principio, podríamos hablar sólo de dos. La primera, la del central que acompañará a Laporte. Como le ocurrió en la pasada Eurocopa, Luis Enrique tendrá que elegir entre Pau Torres o Eric García. Entonces no pudo ser más salomónico: el central del Villarreal fue titular en tres partidos (Suecia, Polonia y Suiza) y el del Barça en otros tres (Eslovaquia, Croacia e Italia). Habrá que ver qué decide esta tarde. La segunda duda es la del acompañante de Morata y Ferrán en ataque. Asensio o Sarabia. Esta es la disyuntiva, que quizá caiga en favor del madridista tras las buenas sensaciones que dejó en el amistoso contra Jordania.