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javier asprón
Doha
Martes, 6 de diciembre 2022, 00:24
Luis Enrique vivió uno de sus momentos más amargos como seleccionador en la semifinal de Wembley de la pasada Eurocopa, donde España perdió en los penaltis ante Italia la oportunidad de jugar su quinta final continental. Pero aquel duelo de recuerdo tan ingrato tuvo alguna ... derivada positiva. Entre otras cosas le sirvió para convencerse del filón que suponía tener en su equipo a Dani Olmo (24 años). «Ha jugado un partido de libro, algo anormal», llegó a decir entonces el seleccionador.
Los tres primeros encuentros de España en el Mundial han dejado algunas evidencias. Una de las más claras es la importancia que ha adquirido la figura de Olmo en el ataque. El catalán es el único de los ocho delanteros de la selección que ha sido titular en los tres partidos. El único también que ha jugado todos los minutos disputados hasta ahora. Su rendimiento le coloca entre los más destacados del equipo nacional, por lo que Luis Enrique no ha querido prescindir de él por más que insista en que los atacantes son los jugadores que más desgaste tienen en su sistema. Mientras le duren las pilas, habrá Dani Olmo en el equipo.
En la pasada Eurocopa el jugador acabó igual de frustrado que su entrenador, y no solo por la eliminación. Se marchó de allí sin un solo gol en su haber pese a ser el futbolista que más veces tiró a puerta durante el torneo, veinte disparos en total. En Qatar, en cambio, prácticamente anotó en la primera oportunidad que tuvo. Abrió el marcador ante Costa Rica consiguiendo, además, el gol número 100 de España en los Mundiales. Ante Alemania pudo aumentar su cuenta, pero Neuer desvió al larguero un trallazo suyo en la primera mitad que hubiera roto el partido. A ese tanto suma una asistencia, la que le dio a Morata para el 7-0, también en el debut.
Luis Enrique admira de él, por encima de todo, su versatilidad. Le da el mismo buen rendimiento jugando de interior, de extremo o de falso nueve. Estas dos últimas posiciones son las que ha alternado en los tres primeros encuentros. Pero hay más: «Me gusta su inteligencia a la hora de defender, su calidad cuando mantiene el balón. Se asocia, tiene último pase, es bueno para hacer goles.». En Qatar es el que más centros pone, el que más toca el balón en el área contraria y el que más dispara a puerta. Jugador y seleccionador comparten su cariño por el dorsal '21', que hoy lleva el de Tarrasa y que en su día vistió Luis Enrique durante sus experiencias mundialistas.
De carácter tranquilo, Olmo hace buenas migas con Unai Simón, con quien se reta habitualmente al ajedrez. Tampoco le hace ascos a la Play Station, aunque si no estuviera concentrado la cambiaría por una pachanga de pádel o una noche con amigos viendo la NBA. Una lesión en el ligamento le mantuvo en el dique seco hasta pocas semanas antes de comenzar el Mundial. Asegura que se mantuvo tranquilo porque los plazos de recuperación se iban cumpliendo. Pero al seguir en directo la convocatoria de Luis Enrique sí sufrió un momento de pánico. El míster dijo su nombre en penúltimo lugar, solo por delante del de Ansu Fati. Había pocas dudas, en todo caso, sobre su presencia en Qatar.
Sus informes pululaban por las mesas de la Federación desde que era un crío y decidió abandonar La Masia para crecer en un destino mucho más exótico. Con 16 años fichó por el Dinamo de Zagreb croata, hoy convertido en una especie de país de adopción al que guarda un cariño extremo. Tan bien le fue que la Federación Croata le propuso darle la nacionalidad, aunque él no se dejó tentar. Allí tenían claro que iba a ser una estrella y le cubrieron de cuidados como en su día hicieron con otro adolescente prometedor: Luka Modric. A los pocos meses ya estaba entrenando con el primer equipo, y antes de cumplir los veinte años ya fue nombrado mejor jugador de la liga croata. Cuando otros chavales de esa edad aún están dando sus primeros pasos en la élite, él acumulaba más de cien partidos como profesional a un nivel altísimo.
En la selección debutó en noviembre de 2019, en una goleada a Malta por 7-0 en el Carranza gaditano. Fue una de las sorpresas de la última convocatoria de Robert Moreno y solo tardó tres minutos en estrenarse como goleador después de salir al campo sustituyendo a Morata.
El Leipzig se lo llevó poco antes de estallar la pandemia, y con el regreso de la competición dio el estirón definitivo tanto en el conjunto alemán como en la selección, donde llegó a acumular diez presencias consecutivas sobre el terreno de juego, ya con Luis Enrique en el banquillo. Desde entonces solo ha faltado por lesión.
Todos los grandes de Europa vigilan sus pasos y será complicado que cumpla el año y medio de contrato que le queda en el Leipzig. Él nunca ha ocultado que le gustaría regresar a España, pero la pelea por hacerse por sus servicios se prevé dura. Como siempre, antes que a ningún otro él pedirá el consejo de su padre, también exjugador y entrenador. Entre ellos hay una complicidad especial.
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