Secciones
Servicios
Destacamos
«Yo voy con Ghana en este Mundial», me dice un amigo en medio de una de esas tertulias futboleras en el bar que son tan frecuentes en los días previos al inicio de la Copa del Mundo. Mi colega es del Athletic, odia ... al Madrid y en cada cita mundialista cambia de selección de preferencia, a excepción de España, claro. Iñaki Williams no es santo de su devoción, pero que juegue con Ghana es suficiente para apostar por el país africano. Además, así huye de la mayoría que se alinea con algún país favorito. No como hizo el presidente del PNV en la última Eurocopa, al afirmar: «Yo soy de Inglaterra, de toda la vida». Aquello no gustó a mi compañero futbolero: «Si acaso tendría que haber ido con Escocia, pero ir con Inglaterra si no está Escocia es como ir con España sin que haya una selección vasca».
Los estudios sociológicos y las encuestas no hacen, a veces, más que confirmar lo que ya sabemos: que la selección española despierta más interés en Ávila, Cuenca, Salamanca y Zamora que en Gipuzkoa, Barcelona, Álava, Girona y Bizkaia, que son, por ese orden, las provincias cuyos habitantes más pasan del combinado nacional. Las razones no se le escapan a nadie.
El Mundial da mucho juego, más allá de lo que los futbolistas desarrollen en el campo. Permite que cada cual exprese sus filias y fobias, dado que las naciones comunican ciertos significados. A veces, nuestras simpatías y odios tienen que ver con algún jugador en particular. Tengo colegas del Real Madrid que pagarían porque Francia se hunda a las primeras de cambio, solo para ver fracasar a Mbappé. Otros consideran que el campeonato está descafeinado sin Italia, como si aquel codazo de Tassotti a Luis Enrique en el Mundial de 1994 no hubiera sido vengado aún.
Brasil siempre está entre las selecciones que despiertan más adhesiones. Neymar no cae demasiado bien, dado que irradia cierta soberbia de niño mal criado, pero el 'jogo bonito' resulta alentador para aquellos que odian el fútbol moderno, entre otras cosas porque encuentran un exceso de automatismos y rigideces, frente a la fantasía y el espíritu de libertad creativa de la 'Canarinha'.
En su día, antes de que nos enfrentáramos a Holanda en la final del Sudáfrica 2010, Cruyff manifestó que le gustaba más la selección española «porque juega mejor». Puede que fuera cierto, pero al genio holandés siempre le gustó ir a contracorriente y dar la nota, dentro y fuera del campo. Así que aquellas declaraciones se ajustaban a su fama.
A veces la selección o el equipo que nos gusta habla mucho de nosotros mismos. Los individuos de espíritu quijotesco tienden a identificarse con el más débil: en un Alemania-Polonia apoyarán al equipo de Lewandowski. Aunque no simpaticen con el Barça —donde juega el delantero polaco— el desigual partido les evocará la lucha de David contra Goliat. Los estereotipos juegan su papel. Senegal resuena exótico, selvático, y el aficionado más 'friki', que está al tanto de todo, manifiesta su atracción por la original camiseta que Nike ha creado para el Mundial.
También influye el momento. La polémica creada en España por la celebración de la Supercopa en Arabia Saudí, y la campaña de Amnistía Internacional para denunciar la «Copa Mundial de la Vergüenza» en un país donde no se respetan los derechos humanos, explica que haya aumentado el lógico recelo con respecto a estas selecciones. El fútbol conserva algo de romanticismo, pero los petrodólares se ciernen como una amenaza. Por eso nadie quiere que el PSG gane la Champions. Sería la definitiva demostración de que todo se puede comprar.
Tampoco hay que ponerse trágicos. Medio en broma, medio en serio, un amigo bético dice que no verá partidos de la selección española para no contribuir a una injusticia imperdonable: que no esté Joaquín. No está mal tomarse a cachondeo lo que en ocasiones se vive con ridículo fanatismo. Aunque el Mundial escenifique una pugna de valores e ideologías, conviene no olvidar que constituye, ante todo, un juego. Y que, en última instancia, se enfrentan once contra once y todos son homo sapiens. Ni más ni menos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Carnero a Puente: «Antes atascaba Valladolid y ahora retrasa trenes y pierde vuelos»
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.