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Cuando iba a comenzar el Mundial de Qatar, Tania contactó con una agencia de escorts que le dio otro número de teléfono al que ratificó su deseo de ir a trabajar a Doha esas cuatro semanas de fútbol. Con 34 años y graduada en Publicidad ... y Márketing en una facultad de Madrid, recibió las instrucciones para el viaje. Ella debía comprar su billete de avión, por unos 800 euros que luego serían reembolsados una vez comenzara a facturar, y la recogerían en el aeropuerto para llevarla a un hotel. Viajó con otras tres españolas, a las que no conocía; mostraron sus pasaportes en la aduana, en la que no requerían visado, y se registraron en el hotel cada una por su cuenta, sin acompañantes. A partir de ese momento, en esa habitación tendría sexo por dinero. En un terminal telefónico, que le entregaron al llegar, recibía escuetos mensajes: tienes un cliente, abre la puerta.
«En Qatar me la jugué», afirma Tania, «nombre artístico» de esta mujer nacida en unas islas españolas y que llegó del país árabe «hace poco» después de una estadía de once días. «No sales de tu habitación. Vas a lo que vas. Tienes que estar escondida, que no te vea nadie. Si te pillan, son muchos años de cárcel. Había peligro incluso si salía como turista. Me dijeron que no iba a correr ningún riesgo, pero la experiencia fue horrible, fatal. Estoy ahora en tratamiento psicológico».
La prostitución en Qatar se sanciona con hasta diez años de prisión, y el Gobierno «hace notables esfuerzos por reducir la demanda de actos sexuales comerciales», mantiene el 'Informe sobre la trata de personas de 2020' del Departamento de Estado norteamericano. Aunque no hay datos judiciales ni sanitarios, la ONU contabilizó 26 «detenciones arbitrarias» contra mujeres acusadas de «mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio» hace dos años. Al menos una mujer trans española estuvo detenida tres meses por este motivo y liberada tras gestiones extraoficiales de personal especializado. Su nombre se mantiene en reserva.
En este reportaje se sigue la diferenciación entre trata y prostitución trazada por la Alianza Global contra el Tráfico de Mujeres (Gaatw, por sus siglas en inglés) que establece que «la explotación sexual no es lo mismo que el trabajo sexual» y que «el sexo consensual pagado no es explotación sexual». Los testimonios recabados pertenecen a personas que ejercieron la prostitución de manera voluntaria.
Durante una decena de días, Tania recibió hombres en una de las 31.000 habitaciones de hotel de ese país del Golfo Pérsico. «No sé de dónde eran. No sé distinguir. No hablaban español. Había turistas y gente de ahí», relata Tania. Hasta que fue agredida por uno de ellos. «Me arrastraron por los pelos. Tengo marcas en diferentes partes de mi cuerpo. Pude coger una bata, salir de la habitación y escapar del hotel. En la calle, casi desnuda, le hice señas a un chico que tenía coche. Me subió y me salvó. Si no me hubiera ayudado, estaría muerta. Allí se paga más, no se puede comparar con España. Pero yo no gané nada, porque me lo quitaron todo, cuando me robaron».
La moneda al aire para las mujeres que van a prostituirse a Qatar puede caer cara o cruz. A Tania la suerte le fue adversa. No quiere calcular cuánto perdió en el asalto. «Al no poder acudir a la policía porque la prostitución está prohibida, los hombres sienten que pueden hacer lo que les da la gana», alerta. De las cuatro chicas que viajaron con ella, una también sufrió una agresión y las otras dos se quedaron. Pudieron llegar a ganar «entre 12.000 y 14.000 euros semanales, un pastizal», señala una fuente que facilitó los contactos a «unas quince chicas» que quisieron partir tras esa recompensa a pesar del riesgo. «Van como turistas y luego vuelven. Las que tienen papeles no tienen impedimento, y menos con el Mundial».
Verónica aterrizó en Qatar los últimos días del evento futbolístico. Nacida en Argentina y radicada en España desde hace una década, le alentaba la idea de «vivir el partido» de su selección, a la vez que ejercía la prostitución. «Quería trabajar, tener dinero. Yo iba por libre. No hice contacto previo con nadie», relata esta graduada en Relaciones Laborales de una universidad barcelonesa que con 33 años se dedica al trabajo sexual en España a través de una agencia que «me cuida, me apoya y siempre está pendiente de mí». Sin embargo, las luces rojas se encendieron pronto. «Me sentí amenazada. Si me ponía una camiseta corta... no me sentía a gusto. Te dicen que te tapes. No llegué a trabajar porque me dio miedo cuando llegué ahí».
Para tantear el terreno donde se movería, antes de desechar la idea por completo, Verónica habló con otras «chicas latinas». «Me contaron cosas. Me dijeron que los tíos locales regalan muchas cosas y dan mucho dinero, pero a cambio de cagarse en la cara de las mujeres. No me he querido arriesgar. Mi salud y mi vida va por delante de todo». Verónica regresó al cabo de tres días, después de celebrar con los campeones en Doha, pero sin entrar al estadio, cuenta, porque las entradas en reventa alcanzaban precios entre los 5.000 y los 10.000 dólares. «Me tuve que mantener al margen siempre».
Agencias como Soonty, Malika Model y Neha Sharma captan a 'call girls' o acompañantes para trabajar en Doha. El acuerdo es 50% para la mujer, y la otra mitad para la empresa que se encarga de encontrar los hoteles, ganar el silencio de sus empleados, encontrar los clientes y negociar la tarifa. «Es como en España, la diferencia es que no hay protección ni seguridad», mantiene Tania, que es propietaria de una peluquería y una academia de estética. Se cuenta el dinero, no los clientes. A veces es uno que paga por toda la noche, y otros días son varios hombres en cascada, coinciden las personas entrevistadas.
Durante el Mundial de Qatar, hubo algo más de 700.000 visitantes. No obstante, la relación entre macroeventos deportivos -como las copas de fútbol, las Olimpiadas o la Superbowl- y el desplazamiento de la prostitución no se ha podido demostrar. De hecho, los pocos estudios científicos que existen apuntan a lo contrario.
Uno de los más completos es el realizado por investigadores de las universidades de Gante (Bélgica) y Johannesburgo (Sudáfrica), titulado 'Trabajo sexual femenino y eventos deportivos internacionales', con datos de los mundiales de Alemania (2006) y Sudáfrica (2010). La «evidencia», indican los autores, «no apoyó las preocupaciones planteadas sobre la trata de personas durante el evento (…) Las trabajadoras sexuales y los dueños de burdeles estaban decepcionados porque la cantidad de clientes que compraron sexo durante ese evento fue menor de lo esperado». Una de las razones, según las encuestas realizadas a las prostitutas, era que «los aficionados estaban absortos con los partidos».
En cuanto a la oferta, sí se observó «una mayor cantidad de trabajadoras sexuales», aunque no se podía vincular este factor a la trata de seres humanos puesto que era «trabajo sexual consensuado entre adultos», indica el estudio publicado en la revista 'BMC Public Health' en 2012. Sus hallazgos «desafían las afirmaciones de que muchas mujeres, particularmente jóvenes, ingresarían a la industria del sexo para la Copa del Mundo».
En el caso de las mujeres españolas, siguen una tendencia del sector de abrirse a otros mercados ante la crisis actual que dicen atravesar. «De las chicas que conozco, muchas hemos viajado», ratifica Tania, que en algunos momentos del año y en «una buena plaza» ha podido ganar 2.500 euros semanales sin salir del país. «Yo normalmente estoy en España pero, al quitarnos la publicidad, el trabajo ha decaído y sólo queda la solución de irse a países donde está prohibida la prostitución, como Francia y Qatar». Al igual que tantos aficionados en los estadios, en Qatar la desilusión cundió también entre las prostitutas españolas.
D. Chiappe
La migración de trabajadoras sexuales españolas a Qatar coincidió con una caída de la demanda de los puteros nacionales. «Aquí ha bajado el trabajo», asegura Susana Pastor, presidenta de la asociación de trabajadoras sexuales Astras. «Y en Qatar, aunque no esté el Mundial, la prostitución existe escondida. La cantidad exacta de chicas españolas que fueron a Qatar estos días no la sé, pero hablamos de cientos. Allí no hay clubes ni mujeres independientes porque está ilegalizada. Sólo funcionan por agencias que tienen cartera de clientes locales y anuncios para los turistas. Las de aquí tienen mucha demanda. A las que les ha ido bien volverán a ir».
Francia, Alemania, Bélgica y ahora los países árabes son destinos cada vez más frecuentes en un sector donde las mujeres ya están acostumbradas a desplazarse, aunque sin traspasar fronteras, según la temporada: Ibiza, Marbella, Bilbao, Barcelona. «Qatar no es un mercado conocido ni migratorio de trabajadoras sexuales en España», indica otra fuente, vinculada con las mujeres trans. «Las nuestras tienden a moverse dentro de Europa y, si se frenan, es por el tema del idioma. Aunque la relación riesgo-beneficio de Qatar las acojona demasiado, pueden ganar 20.000 euros o más en 15 días, porque el mercado migrante de prostitución está enfocado hacia el lujo. Las trans se han movido hacia allá, por una necesidad económica acuciante. Se van las que tienen ya el DNI cambiado, y trabajan en la habitación con mucho cuidado».
Esos son los motivos para ejercer la prostitución en países donde la intemperie es la desprotección y la inseguridad.
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