La batalla pareja de los onces

En el análisis línea por línea, puesto por puesto, de las dos selecciones que han llegado a la final se ve una total igualdad donde la creatividad y el deseo de conquistar el título mundial por parte de Messi desequilibra el duelo previo en favor de la Albiceleste. Scaloni y Deschamps tienen claros sus bloques y no se esperan cambios para el encuentro que esta tarde cerrará el Mundial de Qatar.

Argentina y Francia tienen una de las virtudes que debe poseer cualquier selección que intenta convertirse en campeona mundial: un portero de garantía. Seguros y eficaces, son guardametas que huyen del adorno fácil y ambos han sido claves deteniendo penaltis en el camino a la final. Un duelo muy nivelado.

Mucho más suelto y alegre que en el Atlético, el lateral argentino ha ido mejorando sus prestaciones con el paso de los partidos e incluso se ha estrenado como goleador porque es más ofensivo que el francés. En Qatar, uno y otro han cumplido en defensa, pero Nahuel exhibe una mayor presencia durante los encuentros.

Dos centrales que ofrecían alguna duda antes del inicio del Mundial y que han ido creciendo a medida que avanzaba. Más carácter y fuerza en el argentino, mayor calidad y velocidad en el francés, pero un buen rendimiento global de ambos. Dos futbolistas que resultan peligrosos en el juego aéreo y los balones parados.

Otro duelo de defensas en el que reina el equilibrio. El central argentino muestra una mayor jerarquía en el área que el francés, un jugador mucho más físico y potente. Contundentes y muy poderosos especialmente por alto, ambos muestran más problemas cuando tienen que enfrentarse a regateadores habilidosos.

Acuña, siempre al límite, es mucho mejor defensor que el francés, al que las selecciones rivales suelen buscar para generar peligro por su zona. Theo compensa esa desventaja atrás con su físico, su entrega y una velocidad que le permiten llegar con peligro al área rival. Su gol en la semifinal ante Marruecos es un aviso.

Aunque había dudas sobre su protagonismo en este Mundial, han terminado convirtiéndose en piezas fijas para sus selecciones. Fundamentales por su trabajo, el argentino llega un punto por encima. Aunque no se le recuerde por una jugada concreta en este Mundial, su empuje y decisión en la presión contagian a Argentina.

Su juventud (21 años) no ha arrugado al argentino, fundamental para la salida de balón de su selección. También Rabiot, que ofrece a Francia la sorpresa de sus llegadas al área, está luciendo a gran altura en este Mundial, pero Enzo Fernández, imponente en la contención, parece un poco más determinante en el juego.

Llamados a aportar desborde y velocidad a sus selecciones, pero ni uno ni otro están mostrando su mejor versión en este Mundial, en el caso del argentino mermado por su físico. Peligrosos en los centros laterales, ambos son grandes jugadores, pero solo han ofrecido destellos sin continuidad. Les falta firmar un gran partido en Qatar.

El argentino, con un despliegue incansable, se ha convertido en uno de los grandes descubrimientos de este Mundial, pero su influencia en el juego argentino está aún lejos de la de Griezmann en Francia. El galo, al que Deschamps ha retrasado su posición, ataca, defiende y maneja la posesión de su selección. Un jugador total.

Dos estiletes de distintas generaciones. Juventud contra veteranía, pero en ambos casos casados con el gol porque suman cuatro cada uno. Álvarez ha derribado la puerta en su selección y es un complemento perfecto para Messi, al igual que Giroud para Mbappé. Más calidad en el joven argentino, mejor juego aéreo del galo.

El duelo del Mundial, las dos grandes estrellas del torneo frente a frente. Ambos han lucido en Qatar, pero el argentino ha sido más decisivo para su selección que el galo. Son capaces de resolver por sí solos la final, pero el liderazgo y la extramotivación del argentino en su última Copa del Mundo suponen un plus añadido para él.