Lewandowski, goles mirando al cielo

grupo c ·
Polonia, que se encomienda al acierto de su estrella, y México inician el camino en el intento por romper sus maleficios mundalistas

jorge abizanda

Martes, 22 de noviembre 2022, 01:07 | Actualizado 06:49h.

El deseo de su padre, un antiguo campeón polaco de judo, era verle triunfar como futbolista y el primer regalo que le hizo fue un balón. Robert Lewandowski (Varsovia, 21-8-1988) creció entre los consejos paternales y una enfermiza afición a patear la pelota ... contra las paredes. Aquel entretenimiento para mejorar el golpeo dio frutos y el polaco llega a Qatar convertido en uno de los delanteros de referencia del planeta. Lo ha ganado todo a nivel de clubes pero, como su progenitor, también tiene pendiente un sueño por cumplir: marcar en un Mundial. No lo logró en Rusia 2018, pero el goleador siempre ha demostrado que nunca se rinde, el mandamiento de su padre que sigue a rajatabla, y busca esa celebración en su segunda participación en una Copa del Mundo. En el estreno de hoy ante México (17.00 horas) dispone de la primera bala.

Tal era el deseo de ver a su hijo entre los grandes de la historia que Krzysztof Lewandowski hasta eligió el nombre de su hijo pensando en el día que llegara a alcanzar el olimpo del fútbol. «Le puso Robert para que no fuera difícil de pronunciar en el mundo entero cuando brillara», explicaba en una entrevista la madre del delantero, exjugadora de voleibol. Aquel chico delgaducho, objeto de bromas de sus compañeros de colegio por su físico, apuntaba maneras con el balón y fue subiendo escalones en el fútbol agarrado a la mano de su padre, que no pudo llegar a verle en el reino de los más grandes. La muerte prematura de su guía y maestro cuando era aún un adolescente, y alguna que otra mala compañía, sacaron el lado gamberro de un delantero que puso su carrera en el filo de la cornisa. Una mirada al cielo buscando un consejo paternal lo cambió todo.

Con 17 años y en la zozobra de aquella etapa oscura, a Lewandowski llegaron a decirle que nunca sería un gran futbolista. Tras una lesión, el Legia Varsovia le cerró las puertas, pero él abrió otras a base de trabajo y goles, muchos goles. Nunca se hubiera perdonado fallar a su padre. No lo hizo y volvió a centrarse en el balón. Tanto que ya supera los 600 tantos en su carrera. Con Polonia ha convertido 76 en 134 encuentros, pero las metas y los retos no desaparecen para el ahora jugador del Barcelona.

Lewandowski ha viajado a tierras qataríes con dos misiones en su maleta: devolver a su selección a unos octavos de final y, a nivel personal, celebrar su primer tanto en un Mundial. El tanto que se le resiste a un goleador de leyenda, el que sueña dedicar a su padre, la piedra angular de su carrera.

Tropezar con la misma piedra

Hace cuatro años, Lewandowski disfrutó de su primer Mundial. Una cita en la que acabó en blanco y en la que su selección volvió a tropezar en la misma piedra al despedirse en la fase de grupos, una tradición desde hace casi cuatro décadas. Los polacos no pisan los octavos de final desde 1986. Hace cuatro años, una derrota ante Senegal, la goleada sufrida ante Colombia y un triunfo estéril ante Japón mandaron de vuelta a casa a Polonia, país que alcanzó su mejor resultado en la Copa del Mundo en Alemania 1974 y España 1982. El delantero aún no había nacido.

México, la selección que más aficionados moviliza en esta Copa del Mundo (80.000 personas), también arrastra su maldición particular porque desde Estados Unidos 1994 encadena siete eliminaciones mundialistas consecutivas en los octavos de final. En un grupo en el que Argentina parte como favorita, el duelo del debut es casi una final para dos selecciones que aspiran, en teoría, a la segunda plaza. Dos internacionales mexicanos, el guardameta Ochoa y el capitán Guardado, se unen en Qatar, junto a Messi y Cristiano Ronaldo, al club exclusivo de jugadores que han disputado hasta ahora cinco ediciones mundialistas: Antonio Carbajal, Rafael Márquez (México), Gianluigi Buffon (Italia) y Lothar Matthaus (Alemania).