Dos galaxias en busca de la tercera estrella

Es esta, quizá más que ninguna otra, una final con nombre propio. A Leo Messi, el mejor jugador del mundo y uno de los grandes futbolistas de la historia, solo le queda esta bala en el revólver. Tiene 35 años y ya ha anunciado que este será su último Mundial. La Copa del Mundo es el único título importante que falta en su exuberante palmarés. Si esta noche consigue alzar el trofeo en el estadio de Lusail, sentirá que ha cerrado todos los círculos posibles y que ha completado su fabulosa carrera con una brillante y ruidosa traca. Si no lo logra, seguirá habiendo un hueco doloroso en su currículum y algo en su interior le recordará siempre que Maradona y Pelé, sus antecedentes en el olimpo futbolístico, sí ganaron la estrella.

La selección argentina depende casi por completo de Messi. Lionel Scaloni, su entrenador, ha traído paz y rigor táctico a un equipo que vivía sacudido por continuos incendios. Tras la decepción del Mundial de Rusia, la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), que ya no sabía qué hacer, resolvió que Scaloni, hasta entonces ayudante de Sampaoli y técnico de la Sub'20, asumiese el mando de manera interina. En cuatro años de trabajo, el exjugador del Dépor ha conseguido montar un grupo eficaz, que rinde por encima de sus posibilidades y que parece moverse animado por una fuente secreta de energía. Scaloni aplicó emplastos de fría racionalidad a un conjunto febril y al cabo de unos meses empezaron a verse los resultados.

Argentina ganó la Copa América de 2020 y ahora vuelve a la final de un Mundial. Diez obreros con el mono albiceleste trabajan para Messi, que va regando los campos cataríes con sutiles toques de magia. Tras el tropiezo inicial con Arabia Saudí, nadie ha sabido cómo frenar al diez rosarino, cuyas acciones suelen cambiar los guiones de los partidos. La derrota frente a los árabes sirvió para que Lionel Scaloni bucease en el banquillo, prescindiera de jerarquías y encontrase a tres jóvenes que se han convertido en los mejores escuderos de Messi: Alexis Mac Allister, Enzo Fernández y Julián Álvarez.

Ni Argentina ni Francia han sido las selecciones que mejor fútbol han desplegado durante el torneo. A ambas les cuesta dominar los partidos, aunque da la sensación de que en el caso francés no es por incapacidad sino por decisión propia, en ocasiones incluso por abulia. Deschamps sabe que maneja cargas explosivas y prefiere quedarse atrás, cediendo la pelota al rival, hasta que sus hombres suelten dos o tres latigazos y resuelvan el duelo. Contra Marruecos, en la semifinal, anotaron pronto y pasaron la segunda parte encerrados en su área. Sufrieron de lo lindo hasta que Kolo Muani marcó el segundo, en el minuto 80 de partido. «Sabemos adaptarnos a las circunstancias», se defiende el técnico de Bayona.

Las bajas por lesión

Kylian Mbappé, que a veces parece jugar al margen de sus compañeros, ha dejado en este Mundial muestras de su potencia y de su impecable definición, aunque su rendimiento ha caído en los dos últimos partidos. Sin embargo, Francia, que navega por este campeonato como un acorazado, ha demostrado ser mucho más que Mbappé y ha sabido sobreponerse a una larga cadena de lesiones y contratiempos. Cualquier otra selección hubiera sucumbido a las bajas por lesión de hombres como Benzema, Kimpembe, Pogba, Nkunku, Lucas Hernandez y Kanté, aunque Deschamps ha encontrado repuestos al menos para montar un once inicial de enorme solvencia, dirigido por un excelso Griezmann.

Tiene más dudas el entrenador galo con el banquillo y por eso economiza al máximo los cambios. Contra Inglaterra solo hizo uno y contra Marruecos, dos. El mal fario sigue instalado en la concentración francesa, atacada en los últimos días por un virus gripal. No obstante, en su comparecencia del sábado, Deschamps le quitó importancia y en el entrenamiento posterior estuvieron sobre el césped los 24 jugadores del equipo.

Francia y Argentina abrirán fuego a las 16.00 horas, en un estadio de Lusail que volverá a estar tomado por la hinchada albiceleste. «Jugaremos otra vez de locales», se felicita el portero argentino, Emliano 'Dibu' Martínez. «Nuestros adversarios están en el campo, no en la grada», replica Deschamps. Francia asusta por su pegada descomunal y Argentina por el fútbol hechizado de Messi. No hay un pronóstico claro. La última vez que ambas selecciones se enfrentaron, en el Mundial de Rusia, los franceses se impusieron 4-3 con un partido sublime de Kylian Mbappé, autor de dos goles, pero muchas cosas han cambiado desde entonces, sobre todo en el combinado sudamericano, muy renovado por Scaloni. Lo que no ha cambiado es la pasión, la incertidumbre y la excitación que provoca uno de los grandes enfrentamientos del fútbol mundial; un partido tremendo que decidirá qué selección atrapa la tercera estrella.