Una comida entre amigos

Hubo discursos de Luis Rubiales y de los dos periodistas que acumulan más mundiales a sus espaldas, ocho: Joaquín Maroto, del 'Diario AS', y Cristina Cubero, de 'Mundo Deportivo'. Allí se contó que en México 86 apenas había 23 reporteros acreditados, tantos como futbolistas. Eso resulta impensable hoy en día. Y se habló con ilusión de la posibilidad, cada vez más real, de que España acoja el Mundial de 2030.

Comimos muy bien, para qué mentir. Croquetas mixtas, ceviche de lubina, pulpo, ravioli de rabo de toro y tarta de queso manchego. Fue un parón agradecido dentro del trajín diario. Y se hizo corto. Enseguida andábamos todos recogiendo bártulos y mochilas para seguir. Muchos, camino del Khalifa Stadium para informar del Países Bajos-Estados Unidos, otros tantos en dirección al estadio Al Dulail para ver el entrenamiento de Marruecos. Y el resto, quien sabe a qué otra tarea. A la vez, todos con las orejas tiesas por saber sobre el estado de salud de Pelé, por si en cuestión de segundos había que cambiar los planes y poner rumbo al hotel de concentración de Brasil.

Un Mundial se puede hacer muy duro. El tiempo fuera de casa, el trabajo a veces ingrato, los temas que no acaban de salir… La mejor forma de llevarlo es compartiendo este tipo de momentos con los compañeros que están en tu misma situación. Reír, discutir y estresarse con ellos. Y aprender. El torneo es largo y hay días mejores y peores, pero nunca se deja de aprender.