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España ha caído sin honores, derrotada en los penaltis por un rival hambriento y rocoso, pero los cuartos de final de la Copa del Mundo dibujan un escenario fascinante, con algunos duelos clásicos y varias figuras dispuestas a heredar la corona que aún quiere retener ... Messi. En diez días se resolverá una incógnita para la que hay muchos pretendientes. Y todos han demostrado ya tener argumentos poderosos para alzar la mano.
1.
Brasil ha vuelto a descorchar su fútbol champán, con una efervescencia que no se veía desde hace muchos años y que entronca con aquella 'Canarinha' prodigiosa que deslumbró en el Mundial 82. Casemiro y Paquetá aportan rigor en el centro del campo y sirven de contrapeso a una delantera de dibujos animados, con Neymar, Vinicius y Richarlison enredados en un baile continuo. Quizá sea Brasil, que se mide con Croacia en los cuartos de final, la gran favorita del torneo, pero hay que regresar al año 82 para recordarles que a veces no gana el mejor. En la época del Naranjito fue la Italia de Paolo Rossi la que acabó con los sueños de la fabulosa tropa del doctor Sócrates, pero hoy puede ser Francia, Inglaterra, Argentina...
2.
Argentina no tiene la brillantez de Brasil ni el poderío de Francia, pero el mejor jugador del mundo sabe que está ante su última oportunidad de alzar la copa Jules Rimet, el trofeo que coronaría su asombrosa carrera y sin el cual no accederá al altar que en su país ocupa Maradona. A Scaloni le faltan los mimbres que sí tienen otras selecciones, pero ha conseguido montar un equipo con fe, sin estridencias, que suple con abnegación sus carencias y vive pendiente de la pierna izquierda de Messi. Argentina tiene en Doha, además, la afición más numerosa, entusiasta y vocinglera, cuyos cánticos han llegado a despertar al equipo en los momentos más difíciles del torneo.
3.
En las ruedas de prensa, Didier Deschamps, el entrenador francés, comparece relajado, sonriente, hablador. Se le ve confiado. Dirige un bloque de cemento armado que admite las extravagancias de Dembélé y resuelve los partidos gracias a la potencia y la precisión de Mbappé. Contra Polonia, en octavos, el delantero del PSG dictó una lección de efectividad. La estrella francesa es ya el máximo goleador del torneo, con cinco tantos, y se ha propuesto heredar en Qatar el trono de Messi.
4.
Resulta difícil aceptar la decadencia. Durante muchos años Cristiano Ronaldo ha llegado a disputarle a Messi la preeminencia no solo por sus facultades, sino también por su porfía, su soberbia, su enfermiza competitividad. El astro portugués ha acabado devorado por su propio ego y en este Mundial estamos asistiendo al espectáculo casi obsceno de su implosión. Se enfrentó ruidosamente con su entrenador, Fernando Santos, y este decidió dejarlo en el banquillo contra Suiza. Su sustituto, el joven delantero del Benfica Gonçalo Ramos, anotó tres goles. Portugal ganó 6-1 y nadie se acordó de Cristiano, que saboreó una victoria amarga como un plato de acelgas sin aliñar. Uno de los alicientes más morbosos del campeonato consiste en saber cómo reacciona Ronaldo, cómo actúa su técnico, cómo evoluciona el equipo. Cuando todo el mundo pensaba que Portugal se había convertido en un polvorín, los lusos cuajaron el mejor partido del torneo y Cristiano se quedó con la cerilla en la mano, triste como un pirómano al que le han arrojado un cubo de agua. Solo el muro marroquí los separa de las semifinales.
5.
Los cuartos de final han deparado dos partidos gigantes, con enorme carga emocional y futbolística. El viernes, a las ocho de la tarde, Argentina y Holanda disputarán un encuentro con sabor a Kempes, a Neeskens, a los hermanos Van der Kerkhof, a Pasarella. Las dos selecciones que disputaron la final en 1978 son viejas enemigas cuyos destinos se suelen cruzar en los Mundiales. En su última cita, en 2014, los argentinos se impusieron en las semifinales por penaltis. Un día más tarde, la Francia de Mbappé y la Inglaterra de Kane saltarán al césped del estadio Al Bayt para resolver una cuita apasionante entre dos viejas selecciones que no se enfrentan en un Mundial desde 1982. Entonces ganaron los ingleses. Ambos equipos han dado motivos para tachar la equis en la quiniela: Francia noqueó a Polonia e Inglaterra disolvió a Senegal. Quizá hayan jugado mejor los británicos, pero sus rivales han demostrado ser fulminantes.
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