Javier Bragado
Miércoles, 17 de junio 2015, 03:39
Si fuera por el primer tiempo que la selección de Ignacio Quereda desarrolló contra la de Corea del Sur jamás habría pasado por la cabeza despedirse del Mundial. Las futbolistas españolas desarrollaron un juego de presión el área rival, toque, dinamismo, penetrante juego por la ... bandas y llegadas que sólo la habitual falta de puntería impidió multiplicar los goles.
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En ese tiempo Natalia Pablos no logró el tanto soñado porque se encontró con la mirilla desviada o con Jungmi Kim aunque el peligro nunca dejó de rondar su portería. Además, surgió al fin el momento de Vero Boquete, la figura que se había diluido en ataque en los últimos partidos pero que apareció como el faro en la niebla cuando Corredera deshizo los esquemas al entrar por la izquierda. El esperado gol de la gallega sonó a liberación individual en el grupo y el gesto del pulpo en la cara para celebrar abrió el camino de la alegría. Como siempre, la mediapunta había entregado el corazón y la cabeza por sus compañeras y al fin lograba el hito individual del despegue. Por si acaso, las españolas conservaron su estilo y hasta el descanso empujaron a unas adversarias sin posibilidad de respuesta.
Sin embargo, todo cambió al comenzar la segunda parte. Con la complicada tarea de anotar el primer gol el resto de objetivos parecían más cercanos para que las de Quereda se clasificaran para octavos de final -sólo la victoria confirmaba el pase-. Pero la tranquilidad derivó en naufragio. De la nada surgió una entrada por la banda derecha surcoreana y el balón aéreo de Sohyun encontró la cabeza entre la incredulidad de la defensa española. Con el empate y las cábalas imposibles las cabezas de las españolas se bloquearon durante varios minutos.
Las de Quereda se sacudieron el noqueo de la igualada y durante algunos instantes volvieron a asediar a sus rivales con Virginia Torrecilla mandando en el centro del campo. No obstante, el cara a cara de Corredera frente a Jungmi Kim supuso el canto del cisne. Dentro del área y bien perfilada la extremo disparó al lugar en que se encontraba la guardameta y la oportunidad de ganar se desvaneció.
Una acción desafortunada
Para mayor desgracia de las españolas el destino guardaba una herida cruel. El barco se hundió con un inesperado centro de Heeyoung desde la banda derecha que se dirigió directamente a la portería sin que Ainhoa Tirapu acertara a colocarse en el lugar adecuado. En tanto surcoreano dejó perplejas a las españolas, que hundieron sus tobillos en el fango.
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Con el resultado en contra las mujeres de Quereda otra vez se sobrepusieron a las sensaciones y en este caso cargaron con más coraje que técnica para alcanzar el empate imposible. En armonía con todo el torneo, una última falta al borde del área posibilitó el empate para Sonia Bermúdez. En este caso fue el larguero el que evitó el gol y una última esperanza para la última bala en el cargador, puesto que de haber igualado se habría decidido por sorteo cuál de las selecciones empatadas en el grupo accedía a octavos de final. Ni siquiera pudieron lamentar ese última llamada a la suerte.
Al final, con numerosos ingredientes en contra, Corea del Sur logró su primera victoria en la historia del Mundial femenino y España se despidió entre lágrimas y con la amarga sensación de conjugar momentos de buen juego con errores mayúsculos y una sequía goleadora que condenó a las novatas a la desgracia.
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