Rafael Lamelas
Lunes, 9 de junio 2014, 12:06
La cima en la carrera como jugador de Hong Myung-Bo es también el mejor momento de la historia del fútbol coreano: cuando miró a Iker Casillas desde el punto de penalty y a continuación le batió para meter a su selección en las semifinales ... del Mundial 2002. Aquel fue el instante de gloria que coronó a un futbolista que nunca pareció destinado a los focos. Como volante defensivo, la constancia y la regularidad fueron sus principales virtudes, las que le llevaron a ser el primer futbolista asiático en disputar cuatro Copas del Mundo.
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Retirado en 2005, Hong tuvo muy claro que quería seguir cerca del césped, en los banquillos. En 2009 se hizo cargo del equipo sub20 de su país, para tomar las riendas de la sub23 unos meses más tarde. En 2012, conquistó el histórico bronce olímpico y se marchó para convertirse en ayudante de Guus Hiddink en el Anzhi ruso, aunque sabía que la selección absoluta le esperaba. La llamada se produjo en junio del año pasado. Desde entonces, Corea ha perdido la mitad de los amistosos que ha jugado y ha encajado más goles de los que ha marcado. Pero se agarra a la influencia del mito que la dirige desde el banquillo.
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