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Antonio Garrido
Madrid
Domingo, 14 de mayo 2023
La consecución de la Liga número 27 para el Barça supone el éxito final de un camino plagado de obstáculos con los que se ha topado Xavi Hernández desde su llegada al conjunto culé en noviembre de 2021. El fin justifica los medios y el ... técnico catalán, un auténtico abanderado del estilo, se ha visto obligado en ocasiones a modificar un ADN intocable que absorbió de otras leyendas del club blaugrana como Pep Guardiola o Johan Cruyff por un método más pragmático para alcanzar el triunfo con la materia prima con la que contaba.
Ahora, Xavi cuenta con el consenso general de club y afición. Todos reman en una sola dirección conscientes de que la principal labor del entrenador en estos primeros dos cursos era construir para el futuro. Sin embargo, esa aprobación tuvo que ganársela desde el primer día en que aceptó el cargo de entrenador.
Pese a ser considerado como una de las mayores leyendas del club azulgrana, su poco bagaje en los banquillos propició que llegara sin el beneplácito general de la directiva, ya por aquel entonces presidida por Joan Laporta. La repentina salida de Ronald Koeman obligó al club a decidir con celeridad y Xavi no era el único candidato para sustituir al neerlandés. Marcelo Gallardo (River Plate) o Roberto Martínez (Selección de Bélgica) contaban con una mayor experiencia en el fútbol de élite, pero sus figuras no representaban ni de lejos lo que podía representar Xavi. A pesar de no existir un consenso, el de Tarrasa fue el elegido para salir de la crisis deportiva e institucional por la que atravesaba el Barça.
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Xavi únicamente contaba con un bagaje de dos años en el Al-Sadd, donde ganó una liga catarí, competición con un nivel muy inferior al del fútbol español. Sin embargo, logró imponer su estilo de toque y extrapolarlo a sus jugadores, que hasta ese entonces jugaban a otra cosa.
Llegó al Barça junto a su hermano y mano derecha, Óscar Hernández, con el que formaba tándem también en Catar. La tarea de Xavi era casi suicida. Cogía a un equipo en una profunda crisis deportiva, que tras la marcha de Messi había perdido toda su identidad.
El Barça marchaba por aquel entonces en el noveno puesto en Liga, pero él logró auparlo hasta la segunda posición. También consiguió un 0-4 para el recuerdo en el Santiago Bernabéu. Sin embargo, cayó en fase de grupos de la Champions (con una nefasta clasificación heredada de Koeman), sucumbió ante el Eintracht de Fráncfort en Europa League y perdió la final de la Supercopa ante el Real Madrid, aunque estos resultados se entendieron en un contexto de reconstrucción profunda en el club azulgrana.
En esta segunda temporada, también de luces y sombras, Xavi ha logrado sus primeros dos títulos al frente del Barça, que reafirman su idea. La revolución de plantilla también ayudó. Le trajeron todo lo que pidió en verano. Jugadores como Lewandowski, Raphinha, Christensen y Koundé elevaron el nivel competitivo del equipo y le otorgaron herramientas necesarias para jugar a un fútbol más camaleónico. «Este año la palabra no es obligación, pero con el esfuerzo que ha hecho el club, si no se consiguen habrá consecuencias», aseveró el técnico catalán al inicio de temporada. Sin embargo, el Barça volvió a caer en fase de grupos de la Champions por segundo año consecutivo, situación que supuso un golpe gigantesco a los cimientos que había construido.
La caída en Europa y la forma de hacerlo hicieron entender a Xavi que desde recuperar el orden en defensa empezarían a llegar los éxitos. Pese a ser un radical del estilo cruyffista, Xavi cambió algunos detalles para ganar pragmatismo en su esquema y acercarse lo máximo posible al triunfo.
Prueba de ello es el actual Barça campeón de Liga. Un equipo camino de récord en goles encajados (solo 11), con Ter Stegen imperial que ha vuelto a su mejor versión de siempre y que ya acumula 25 porterías a cero. Un conjunto que ha basado su idea en la consistencia defensiva y que le ha hecho abonarse al 'unocerismo'. El cuadro culé siempre ha tenido jugadores ofensivos que han marcado la diferencia. Ahora también los tiene, pero sumados a esa fortaleza atrás que le ha convertido en un equipo fiable. También han sido importantes Araujo y las incorporaciones de Koundé y Christensen, que han aportado seguridad. Los tres y Alejandro Balde han formado una línea defensiva impenetrable, el pilar junto a Ter Stegen del éxito azulgrana esta temporada.
Tras vivir un auténtico culebrón el pasado verano, Dembélé firmó la renovación con el Barça, y en eso Xavi tuvo mucha culpa. El técnico catalán le recuperó para su causa y depositó en el extremo francés toda su confianza, dándole los galones necesarios para explotar como no lo había hecho en los últimos cinco años, con las lesiones como protagonistas del día a día del delantero galo.
Los problemas físicos también han sido un lastre importante para Xavi a la hora de confeccionar un once tipo. De hecho, esta misma temporada se ha visto obligado a cambiar el esquema del innegociable 4-3-3 a un 4-4-2 más fiable que espectacular. La lesión de Dembélé y el bajo nivel de Ansu Fati y Ferrán Torres provocaron que Xavi comenzara a utilizar cuatro centrocampistas, con Busquets y De Jong anclados en el origen de la jugada y Gavi y Pedri con mayor libertad. Un esquema que le ha funcionado. Lejos de anclarse en el estilo, volvió a ser práctico para solventar las dificultades.
Uno de los mayores debes de Xavi en su corta etapa como entrenador del Barça es Ansu Fati. Pese a haber dicho en repetidas ocasiones que confía en él, lo cierto es que no está contando. Incluso está a favor de buscarle una salida este próximo verano.
El jugador que heredó el '10' de Leo Messi y que tanto ha sufrido con las lesiones ha disputado 31 encuentros ligueros, pero en la mayoría ha participado en los últimos minutos de cada choque. Es evidente que no tiene la chispa de antaño y de ahí los cuatro goles que ha anotado. Esa escasa capacidad de desequilibrar partidos que sí tenía antes de la lesión han provocado que Xavi, obsesionado con recuperar su mejor versión, opte por otras piezas que encajen mejor en su puzzle.
A pesar de los fracasos europeos por los que llegó a estar incluso discutido, esta segunda campaña de Xavi acaba con el buen sabor de boca de ganar la Supercopa de España y una Liga a la que el actual entrenador le da toda la importancia que merece. «Ganar la Liga te da estabilidad. Recuerdo a Zidane, después de ganar la Champions, decir que el objetivo era ganar la Liga», explicó recientemente.
El objetivo del próximo curso pasa por mejorar las prestaciones en el Viejo Continente, ese que establece el baremo respecto a los otros grandes clubes europeos. Xavi llegó como salvavidas de un Barça en estado crítico y, en líneas generales, su ADN ha servido de antídoto para salir airoso de una de las mayores crisis de la historia del club.
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