Morata y Memphis responden al reto de Simeone y ponen líder al Atlético

El ex del Barça marcó desde fuera del área el golazo de la jornada y quizá uno de los más bellos de la temporada. Tiempo al tiempo, Y resolvió un duelo en el que el Granada dio buena impresión y los madrileños dejaron algunas dudas, sobre todo defensivas, aunque merecieron ganar. Junto a los goleadores, destacó Azpilicueta, profesional impecable que desde el minuto uno se ganó a la afición con su liderazgo y esfuerzo.

Salvo la entrada como central derecho del navarro, el Cholo se dejó de probaturas y apostó en el inicio por la vieja guardia. Riquelme y Lino hicieron méritos durante la pretemporada, pero en el momento de la verdad los carriles fueron para Llorente y Carrasco.

La principal novedad se produjo enseguida en el puesto de mediocentro, donde el Atlético anda bastante cojo y busca reforzarse al no tener ya ni a Thomas ni a Kondogbia. Se lesionó Koke a los cinco minutos y su relevo en esa posición de ancla fue Pablo Barrios, obligado a jugar muy contenido.

Sin acercarse nunca a los dominios de Oblak, que volvió a la titularidad casi cuatro meses después, el Granada cortocircuitó bien a los colchoneros en un primer acto muy táctico. Además de las arrancadas de Azpilicueta para romper líneas de presión, Morata fue el protagonista. No generó mucho peligro el Atlético, pero en todas apareció el madrileño. Primero, erró un gol cantado, tras notable combinación de tiralíneas entre Azpi, De Paul y Griezmann. Después, pidió un posible penalti del portero André Ferreira, al que casi roba la cartera.

El luso se lució luego a un disparo del ariete de España, que insistió, intentó rematar hasta con la mano y se ganó la amarilla, y obtuvo premio en el cuarto minuto del descuento. Centro de Azpilicueta, error en el despeje de Vallejo y balón muerto, fácil para Morata. Marcó de nuevo casi a renglón seguido, de certero cabezazo, pero la acción no valía por fuera de juego previo de Llorente. Un tanto revisado y otro anulado en un minuto de locura.

Avisaron nada más reanudarse el choque los nazaríes de que ni mucho menos se rendían. Samu, un incordio toda la noche para Hermoso, obligó al fin a intervenir a Oblak. Simeone no le tenía claro e hizo un doble cambio. Dentro Memphis y Söyüncü, fuera Lemar, intrascendente una vez más, y Morata, que había sido el mejor.

Una frivolidad de Carrasco en la salida del balón permitió un robo granadino, la asistencia de Gonzalo Villar y el gol de Samu. Pero muy poco duró la alegría en la casa del pobre porque casi de la nada Memphis se sacó un disparo enorme desde muy lejos que entró como un obús. Merecía al bailecito que se marcó el neerlandés. Y como no cerró el choque el Atlético, incertidumbre hasta el final, con la parada clásica de Oblak antes de que Llorente sellase el triunfo casi en la última jugada. Hay cosas que nunca cambian.