Análisis

Laporta, solo y herido

El presidente del Barça sigue sin dar explicaciones sobre el 'caso Negreira' y su silencio acrecienta cada día la sospecha sobre un club con la imagen por los suelos

Domingo, 19 de marzo 2023, 00:13

El Barcelona ha recibido un disparo en el pecho. Los resultados del primer equipo de fútbol, que camina hacia la recuperación del título de Liga, no parecen servir para detener la hemorragia que sufre su imagen. Es la peor crisis que vive la entidad en ... su historia. El club que siempre había defendido unos valores hoy está bajo sospecha de no haber jugado limpio en su época más esplendorosa. Todas las acusaciones ya están en manos de la justicia, y todas necesitan ser probadas, pero el silencio del actual presidente, Joan Laporta, y de otros exmandatarios del club implicados en el supuesto pago de dinero al vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros (José María Enríquez Negreira) durante diecisiete años (2001-2018) a cambio de favores arbitrales no ayuda a acallar las voces acusatorias.

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Joan Laporta da la impresión de que no se siente afectado por una imputación con tanto veneno, pero está herido. Sostiene que el Barça nunca ha comprado árbitros, y se ampara en la última declaración del enésimo enemigo que se ha buscado, Javier Tebas, presidente de LaLiga, que después de pedir su dimisión, acaba de echarle un cable manifestando que no cree que el Barça haya comprado árbitros. Sin embargo, las escasas intervenciones de Laporta para hablar del grave tema han sido interpretadas como más emocionales que sólidas y convincentes, y más desde la óptica del victimismo en el que ha vivido históricamente el club.

En las redes sociales muchos socios barcelonistas se manifiestan y reclaman que salga a defender el club. Incluso se ha creado en Twitter un grupo de defensa del Barça (@DefensaFcb), que pide denunciar a la prensa y a todo aquel que acuse al club de comprar árbitros. La imagen del Barça está sangrando. La Fiscalía habla de soborno. Más de 40 clubes españoles han lanzado un comunicado pidiendo llegar al fondo de las acusaciones. El 'caso Negreira' ya está en manos de la justicia después de ser portada en todo el mundo. Y la FIFA y la UEFA están pendientes de la investigación para ver si es necesario tomar cartas en el asunto.

El dolor de Joan Laporta no es por el ataque personal que está sufriendo, comenta un asesor del presidente. Le duele la embestida al escudo, la mancha a la imagen del club, la ofensiva de todo el fútbol español contra su Barça, dicen sus más íntimos. «Está indignado, pero fuerte. Tiene ganas de guerra», sostienen amigos del mandatario. En su último discurso a los socios avanzó que toda la ofensiva que está viviendo la entidad catalana obedece a la gran marcha en la Liga del equipo que dirige Xavi Hernández y apuntó también a los que quieren hacerse dueños del club. Anunció que no solo defenderá la institución sino que también atacará, como si estuviera aplicando aquel refrán que dice que no hay toro más bravío que el toro herido.

Joan Laporta no tuvo rival en las últimas elecciones a la presidencia del Barça. Más de 30.000 socios le votaron ilusionados con volver a repetir los éxitos de su primera etapa, entre los años 2003 y 2010, en los que el primer equipo de fútbol enamoró al mundo y acumuló títulos. Esperanzados también en la promesa electoral de que con él, Leo Messi, el futbolista insignia del Barça, continuaría en el club. Cumplidos los dos primeros años al frente del Barcelona por segunda vez, Laporta está viviendo la peor crisis de la historia azulgrana. Él está siendo cuestionado pero no ha sido encausado porque para la justicia los hechos en que dirigió al club (2003-2010) han prescrito. Aunque ya se ha sabido que si Joan Gaspart comenzó la relación salarial con Negreira, Laporta volvió a contratar sus servicios dos años después de su llegada al poder. En la causa son acusados directamente Sandro Rosell (2010-2014) y Josep María Bartomeu (2014-2020), que fue quien en 2018 decidió cortar el contrato que tenía el club con la empresa dirigida por Javier Enríquez, hijo del exárbitro.

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Laporta salió el domingo pasado de San Mamés saboreando un nuevo triunfo del Barça, pero lastimado, golpeado por la reacción de parte de la afición del Athletic que en un momento del partido gritó «a Segunda, a Segunda» y lanzó billetes con los colores azulgranas y la palabra 'mafia'. Nunca había sentido un ataque tan directo. Pero aguantó en el palco presidencial. El Joan Laporta de su primer mandato quizás habría respondido con soberbia. Se habría marchado del campo y habría ofrecido inmediatamente un discurso beligerante, contundente. Pero esta vez siguió su agenda.

Los discursos

El lunes convocó a los capitanes de todos los equipos del Barça. Algo histórico. Ahí lanzó un discurso en el que hasta se le escapó una lágrima, pero dijo que la emoción obedecía a las ganas que tiene de enfrentarse «a los sinvergüenzas que manchan nuestro escudo». Después se fue a Oporto con Mateu Alemany, director de fútbol del Barça, donde el martes asistió al partido de Champions entre Oporto e Inter. Y hasta ayer, que suspendió la cena con la directiva del Real Madrid y volvió a lanzar un discurso en la misma dirección que el tuit que escribió antes del encuentro contra el Athletic.

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«La campaña que estamos sufriendo no es por casualidad. Tiene como objetivo, a corto plazo, desestabilizar al equipo, y a medio plazo, controlar al Barça, quedárselo. Ya habrá tiempo, y tengo ganas de explicaros quién, por qué y cómo están orquestando esta campaña. No tengáis ninguna duda que nos defenderemos, y no solo nos defenderemos, atacaremos», manifestó. Terminó lamentando que la masa social del Barça estuviera más pendiente de otros aspectos en lugar de concentrarse en el clásico del domingo contra el Madrid. Olvida el presidente que si algo importa hoy en día al socio es cómo borrar esa sospecha y cómo el Barça se recuperará del tiro en el pecho que ha sufrido al ser cuestionada su imagen de club ejemplar.

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