El Atlético rubrica la Champions ante un Elche salvado

La reciente victoria en el derbi ante un Real Madrid diezmado tras la batalla de Champions ante el City, ha llevado la tranquilidad al Atlético. Una victoria fundamentada en las paradas de Oblak, el desborde de Carrasco, autor del gol de penalti, la velocidad de Cunha y el talento de Griezmann, aunque el francés ya suma 16 partidos consecutivos sin marcar, en concreto desde el que vio puerta ante el Rayo Majadahonda en la Copa del Rey, el lejano 6 de enero.

De sus últimas diez salidas ligueras, el Atlético sólo ganó tres, empató una y perdió seis, las dos más recientes de manera consecutiva contra el Mallorca y el Athletic y sin goles a favor. Un pésimo balance ante un Elche que viene de ser goleado por el Cádiz en el Nuevo Mirandilla, pero que estaría salvado antes de jugar si el Mallorca pierde en Sevilla.

Simeone no podrá contar con Lemar, Joao Félix y seguramente Reinildo, mientras que Francisco pierde por sanción al delantero Ezquiel Ponce y al central Gonzalo Verdú, lesionado. Hay cierto morbo tras filtrarse que el Atlético sigue muy de cerca a dos jugadores ilicitanos: el lateral colombiano Mojica y el delantero argentino Lucas Boyé.

El Atlético cumplirá una década de Champions. No es quizás el mayor de los objetivos que el defensor del título de Liga se planteaba para esta campaña, pero a tenor del desarrollo de un curso con unos cuantos dolores de cabeza supone el mínimo exigible a un equipo ya plenamente asentado entre la flor y nata del Viejo Continente. Viajaban los pupilos de Simeone a Elche conscientes de que el triunfo en el Martínez Valero les daba el billete para la máxima competición continental y no dejaron pasar la ocasión antes de dos duelos inquietantes ante el Sevilla en el Metropolitano y contra la Real Sociedad en Anoeta que ya pintan muy diferente con los deberes hechos.

Las cuentas eran claras para el Atlético pero también para el Elche, al que el empate valía para sellar la permanencia independientemente de lo que ocurriese en otros escenarios. Pese a esta situación más cercana a la meta, el conjunto local comenzó mejor. Le costó entrar en el partido al equipo de Simeone, que además en seis minutos ya había perdido por lesión a Vrsaljko, obligando a trasladar a Carrasco al carril derecho para situar a Lodi en un perfil más natural. Precisamente el brasileño tuvo la mejor ocasión colchonera tras un pase medido de De Paul, pero se durmió y no estuvo acertado en el recorte.

Pareció dar un paso al frente el Atlético, con un remate alto de Cunha, pero lo cierto es que la de Lucas Boyé, un futurible rojiblanco, fue más clara aun. Cabeceó desviado el delantero argentino antes de que Lodi y Oblak se las tuviesen tiesas a razón de algún desajuste táctico recriminado por el portero esloveno. No llegaba el gol pero desde luego no por falta de intentonas, en un partido de inicio abierto y a tumba abierta como pocos cuando llega la hora de la verdad en la Liga.

Estaba ya bajando varias revoluciones el juego cuando el Atlético encontró la llave del gol a través de la profundidad de Lodi. Se desmarcó el brasileño y aprovechó un enorme pase en largo de Griezmann para servir a Cunha, que se adelantó en el primer palo como los buenos delanteros y ejecutó a la altura de la jugada previa. La ventaja otorgó cierta comodidad a un equipo rojiblanco paciente para tratar de encontrar la espalda de los zagueros rivales, aún más confiado ante la algarabía general en el Martínez Valero en pleno descanso, motivada por un empate final entre Sevilla y Mallorca que garantizaba la permanencia local.

Todo invitaba al Atlético a dejar la presencia en Champions sentenciada a las primeras de cambio, sin complicaciones innecesarias. Entre Griezmann y De Paul se encargaron de abrochar un triunfo con premio extra, a través de una combinación de paredes que remachó el argentino. Todo estaba visto para sentencia, con unos y otros en plena celebración. Correa pudo hacer el tercer tanto atlético pero se topó con el larguero y a Luis Suárez le dejó el VAR con la miel en los labios por un fuera de juego milimétrico. Fue justo antes del final de uno de esos pocos partidos que dejan a todos contentos.