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Hubo un tiempo en el que la mayoría de los partidos de Liga se disputaban a la misma hora, en la tarde del domingo. Era una época anterior a los millonarios contratos televisivos, en la que la audiencia potencial se encontraba en el aficionado nacional ... y no en los jugosos nuevos mercados. El transistor acompañaba al seguidor para saber lo que ocurría en cada campo en esas tardes dominicales a las que el deporte del once contra once daba sentido.
Ahora, con diez franjas horarias para diez partidos, el fútbol y la propia vida han cambiado, pero cuando llegan las dos últimas jornadas, el carrusel de partidos en los que hay algo en juego, con horario unificado, trae de regreso la nostalgia de antaño. Al más puro estilo de las tardes de transistores, la penúltima jornada de esta Liga 2020-21 ponía en juego prácticamente todo: la pelea por la Liga, la lucha por las plazas de Europa League y la dramática batalla por escapar del temido descenso.
Con otro aliciente, pues el público regresó en Mestalla y La Cerámica, aunque fuera en un porcentaje casi testimonial, la tarde lo tenía todo para pasar a formar parte del imaginario colectivo de la Liga. Hasta 5.000 y casi 3.000 aficionados poblaron las gradas en Villarreal y Valencia, pues la Comunidad Valenciana era una de las autonomías capacitadas para dar tan simbólico paso en función de sus indicadores positivos en relación a la covid-19.
El foco de atención principal se situaba en Madrid, concretamente en el Wanda Metropolitano, donde el Atlético podía entonar el alirón con un triunfo ante el salvado Osasuna si el Real Madrid no lograba la victoria frente al Athletic en San Mamés. Sin embargo, la primera noticia de la tarde, muy madrugadora, llegó en Mestalla, con un gol de Guedes que en ese momento condenaba al descenso al Eibar de Mendilibar. No se jugaba nada el Valencia pero la presencia de parte de la afición che después de tantos meses ya era suficiente aliciente.
Sí se jugaba la presencia en Europa League la Real Sociedad, que con un doblete madrugador de Isak consolidaba la quinta plaza y mandaba al Valladolid a Segunda en ese momento. Mientras, el Alavés comenzaba pronto a hacer los deberes de la permanencia matemática ante el tranquilo Granada con un tanto de Pere Pons. Si algo empezaba a clarificarse con el transcurso de la tarde era el descenso, pues Aleñá adelantó al Getafe frente al Levante para rubricar provisionalmente la permanencia azulona mientras José Mari adelantaba de penalti al Cádiz contra el Elche, en ese momento descendido.
Otros dos tantos del Valencia ante el Eibar, ambos de Soler, el tercero y el cuarto de la Real frente al hundido Valladolid, de Silva y Januzaj, y el segundo del Alavés, de Lejeune, perfilaban aún más el desenlace en la parte baja de la tabla. Sin embargo, noventa minutos cuando todo está en juego dan para mucho. El Elche al menos mantenía la fe en la salvación, con su derrota momentánea por la mínima en el Carranza y la igualada del Levante en el Coliseum para complicar la vida al Getafe.
Mientras, en la pelea por el campeonato el colchonero Luis Suárez se topaba con el palo y el Madrid reclamaba una mano de Morcillo en área del Athletic que ni Mateu Lahoz ni el VAR juzgaron como punible. Ya estaba la polémica arbitral servida. Solo el Barça hacía los deberes con un gol de Messi ante el Celta que mantenía sus opciones de ser campeón, aunque Santi Mina las deshacía con su tanto cercano al descanso, en el que Atlético y Real Madrid alargaban su pugna a la última jornada con sendos empates sin goles.
El público de Villarreal vibraba con los goles de Bacca y el 'submarino amarillo' camino de la Europa League, pues el Betis no pasaba del empate ante el Huesca, al que el punto le valía en ese momento para certificar otro año más en Primera. Precisamente en el Villamarín daba un vuelco la lucha contra el descenso con una diana de penalti del enrachado Borja Iglesias que evitaba la salvación matemática del Huesca y dejaba aún con vida al Valladolid y especialmente al Elche, que le daba la vuelta a su partido en Cádiz a través de Pere Milla y Diego González para creer hasta el último momento. En Vitoria, con susto en forma de empate del Granada, pero el Alavés finalmente encarrilaba la salvación matemática. También lo hacía el Getafe, con golazo del esperado Kubo mediante.
Las pulsaciones iban en aumento y se dispararon con el tanto anulado a Savic, que en caso de subir al marcador le hubiera dado la Liga al Atlético momentáneamente, con media hora de juego por delante. Casi al mismo tiempo, Casemiro cabeceaba al larguero en San Mamés en una acción que fue un adelanto del gol de Nacho, que entregaba el liderato provisional al Madrid a falta de poco más de veinte minutos para el final.
El tanto de Budimir para Osasuna en el Metropolitano, con la incertidumbre añadida de un balón que entró por lo pelos pero entró, consolidaba el sorpaso madridista. Obligado a la heroica, reaccionó a tiempo el Atlético, pues Lodi definió con maestría el empate con todavía minutos por delante para un remontada que le permitiese mantener la iniciativa. La hizo posible Luis Suárez, quién si no, y el Atlético, con dramatismo y sufrimiento, como no podía ser de otra forma, finalmente tendrá la Liga en su mano en Valladolid en la última jornada.
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